Haven’t You Read Obama’sSpeech in Oslo?

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La historia registra discursos que marcan al político que los pronunció; son bien conocidos algunos —al menos ciertas frases que a medida que el tiempo pasa, son repetidas una y otra vez lo que da por resultado que tanto el político y el discurso mismo mantengan su vigencia—.

Además, hay gobernantes que quizás sin proponérselo, pronuncian discursos cuyo impacto marca un hito en su carrera; creo que éste es el caso del Presidente de Estados Unidos y su discurso de hace seis días.

Con motivo de la aceptación del Premio Nobel de la Paz en Oslo, Barack Obama pronunció un discurso que me atrevería a calificar como el más importante de su carrera, como la pieza oratoria que de hoy en adelante lo marcará, no tengo duda, como Presidente de Estados Unidos. No es el discurso pronunciado el día de su toma de posesión el que lo presentó ante el mundo como un verdadero jefe de Estado sino el pronunció —como dije— hace seis días en Oslo. De ahí la pregunta del título.

Le recomiendo encarecidamente que lo lea; no una, varias veces. Trate de preguntarse por qué dijo eso y por qué lo dijo en ese preciso lugar y momento. ¿Cómo es posible, señalan algunos de los integrantes de “la corrección política” sin haber leído el discurso, que en la ceremonia de aceptación del Premio Nobel de la Paz, haya hablado así de la guerra?

(El discurso, puede consultarlo —en inglés— en esta dirección: http://www.whitehouse.gov/blog/2009/12/10/war-and-peace-oslo; si prefiere leerlo en español, puede hacerlo en esta otra: http://www.whitehouse.gov/the-press-office/declaraciones-desl-presidente-al-aceptar-el-premio-nobel-de-la-paz).

Hagamos también algunas preguntas acerca del contenido del discurso el cual, espero, lo lea usted con el mismo interés que lo hice yo; de ser así, usted estará ante una de las mejores muestras de lo que un verdadero jefe de Estado debe decir sin temor alguno y sin concesión a los que exigen que el gobernante se acomode cobarde e hipócritamente con los políticamente correctos.

¿Por qué temer hablar del papel que juega la guerra en el mundo? ¿Por haber recibido un premio que no sustituye, en modo alguno, la responsabilidad que el premiado tiene con sus ciudadanos y su país? ¿Acaso una medalla y poco más de un millón de dólares, deben hacer que un gobernante olvide sus tareas fundamentales?

¿Quiénes son esos oportunistas, alejados de la responsabilidad de la gobernación, que pretenden dictar las normas de conducta a las que debe ceñirse un jefe de Estado responsable y consciente de su papel?

Las decisiones más frecuentes que un jefe de Estado debe tomar, ni son fáciles ni populares y tampoco inocuas; la gobernación —mas cuando se está al frente de la única superpotencia militar hoy por hoy— obliga a tomar decisiones dolorosas e impopulares. No hay de otra; en esta posición, como jefe de Estado al margen del país que sea, no hay lugar para el blandengue, para el que se pasa contemporizando todos los días con los oportunistas y los políticamente correctos.

El presidente Obama ha dado una lección invaluable de lo que debe ser, hacer y decir un verdadero jefe de Estado; ha mostrado, por encima de premios y homenajes, que la responsabilidad conferida está, y debe estar por encima de cualquier otra.

¿Lo aprenderán aquí los que se pasan los días queriendo quedar bien con Dios y con el Diablo? ¿La aprenderá aquél, cuya única decisión trascendente a la fecha, fue optar por el Brylcreem en vez del Wildroot y la Glostora?

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