La visita a Lima y Tarapoto de James Steinberg, Nº2 en el departamento de Estado de Hillary Clinton, viene cargada de variados mensajes en la alforja. Uno de ellos es hacer notar la cercanía con los dos países que se sienten más próximos a Washington (Bogotá es la otra escala de la gira) en una región donde es prominente la izquierda política.
El desvío a San Martín es formalmente para cerciorarse de la buena marcha del programa de sustitución de cultivos que su gobierno financia. Pero aquí el mensaje es que su oficina se preocupa por el tema de la droga, lo cual anuncia más visitas políticas al territorio de la coca, como las tuvimos en los años 80-90.
La presencia de Steinberg también nos está diciendo que si bien Clinton va a reservarse para los grandes escenarios mundiales, América Latina verá su status beneficiarse de un upgrade, al pasar de la dedicación del secretario adjunto Arturo Valenzuela (quien acaba de visitar su Chile natal) a la atención de Steinberg.
Pero quizás el visitante tiene algunas cosas más polémicas que transmitir: la habitual mentira piadosa sobre que Washington no está armando a Chile, más algún llamado a la cautela frente al expansionismo chino y la presencia de Irán rondando por el barrio. Algunas frases habrá sobre cómo marcha la ejecución del TLC.
La política latinoamericana de Barack Obama en su primer año no ha sido un hit, y así se lo están diciendo algunos analistas especializados en su propia ciudad. No tanto por errores cometidos, sino por oportunidades desperdiciadas, lo cual se traduce en tiempo perdido. Es cierto que eso también se viene diciendo respecto de otras partes del mundo.
Un análisis de Peter Hakim para El Universal (México) habla de un Obama bloqueado en el tema regional por los republicanos del Congreso y una América Latina que cada vez encuentra más puntos de coincidencia en temas de discrepancia con Washington. Se refiere a cosas como bases en Colombia, Cuba a la OEA o la solución al golpe de Honduras.
Steinberg asumió el cargo a inicio del año pasado con un discurso particularmente duro, planteando que los amigos y socios de EEUU en la región le reclamaban un “liderazgo fuerte y sostenido” que contrapesara gobiernos como los de Venezuela y Bolivia”. Para bien o para mal, la gestión concreta desde entonces se ha caracterizado por la inacción.
Sin embargo su declaración en Colombia hace unas horas tuvo un aroma a su firmeza original: “Tenemos una relación estratégica y una gran alianza no solo en la cooperación de seguridad contra el narcotráfico y los grupos armados”. Quizás algo más de ayuda en esos dos temas aliviaría la carga de nuestras zonas infestadas en el Perú.
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