Edited by Robin Silberman
La administración de Estados Unidos mantiene la prohibición anticonstitucional a sus ciudadanos de viajar a Cuba, implementada 49 años atrás y que la inmensa mayoría de los estadounidenses rechaza.
Tras dictar la ruptura de relaciones diplomáticas y consulares con la Isla a principios de enero de 1961, preludio de ataques de diversa índole contra la naciente Revolución Cubana, el 17 de ese mes el gobierno de John F. Kennedy eliminó el derecho de los estadounidenses de visitar a la mayor de las Antillas, sin que existiera alguna razón para hacerlo.
Las raíces de esa política hostil no surgieron, como erróneamente algunos piensan, después del primer mes de 1959, cuando la Revolución implementó leyes de amplio beneficio popular en virtud de la soberanía política alcanzada y en pos de consolidar la independencia económica.
Se conoce de la ambición hegemónica de apoderarse de Cuba desde que líderes de la lucha de las 13 colonias por la emancipación del colonialismo británico adelantaran tales deseos.
Frustración tras otra, la Isla siempre fue la manzana codiciada. El triunfo de la lucha armada ante la tiranía de Batista, puso en jaque esas aspiraciones estadounidenses tras la toma del poder político por el pueblo cubano.
Al cumplirse en este enero 49 años de la ilegal decisión de Washington, la cual impide a los norteamericanos darse un salto de 90 millas para beneficiarse de múltiples servicios que pueden obtener en la tierra de José Martí, en esa población se constata el reclamo creciente para suprimir esa imposición arbitraria.
El reciente despacho de la Agencia Francesa de Prensa (AFP) es elocuente. En este se afirma que el 70 por ciento de los estadounidenses es favorable al levantamiento de restricciones a la población en general para viajar a Cuba, y el 59 por ciento piensa que llegó el momento de intentar una nueva política con el gobierno cubano.
Tanto los votantes republicanos (62 por ciento) como demócratas (77) e independientes (66), quieren viajar sin restricciones a la isla caribeña, señaló el sondeo de World Public Opinion org.
El 59 por ciento de los entrevistados contestó afirmativamente a la pregunta ¿es tiempo de intentar una nueva política hacia Cuba?
En círculos legislativos norteños el tema es motivo de renovados debates pues en su seno crecen las opiniones de que es hora de derogar la prohibición y que los nativos de esa nación viajen a Cuba, como lo pueden hacer a China, Viet Nam o Corea del norte, naciones con las cuales Washington aún mantiene diferendos.
Al respecto, el legislador republicano Jeff Flake admitió a principios de diciembre de 2009que el proyecto de ley para levantar las restricciones de los viajes de los estadounidenses a Cuba ha avanzado, pero aún no cuenta con los 218 votos requeridos para ser aprobada en la Cámara de Representantes.
Los razonamientos subrayan que la cuestión de fondo no se centra en si la prohibición entraña o no una sanción contra Cuba, sino que de hecho y de derecho representa la supresión de la libertad constitucional de los norteamericanos de desplazarse libremente hacia donde deseen, precepto que desde hace 49 años se viola y debe restituirse.
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