The Parable of Miguelon

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Miguelón fue un homo heidelbergensis que vivió hace 300.000 años en Atapuerca. El pobre se rompió un diente, lo que le provocó un gran flemón y una septicemia que, con el tiempo, le causaría la muerte. Con aquella infección a cuestas, su vida debió de ser un calvario. Pero, mal que bien, aguantó. Con la boca averiada el heidelbergensis no podía masticar el alimento. Así que sólo se explica que siguiera viviendo gracias a que sus compañeros de cueva le ayudaron triturándole la comida. Miguelón estaba cubierto por la seguridad social, que ya existía hace 300.000 años.

Igual Obama podría utilizar la historia de Miguelón para ganar el apoyo del Congreso para su reforma de la Seguridad Social. Pero la vida se ha complicado mucho en los últimos 300.000 años. En EE.UU. hay ahora una clase media emprendedora, llena de energía e inventiva, pero que no está dispuesta a pagar la factura de una seguridad social para miguelones perdularios. Cada vez que un presidente de EE.UU. intentó reformar la seguridad social de su país terminó escaldado y sin plumas. La reforma parece condenada a diluirse lenta e ineluctablemente, al tiempo que Obama garantiza su crédito progresista arremetiendo contra brokers y banqueros. La reforma de la seguridad social puede quitarle el apoyo de las clases medias. La cruzada contra Wall Street, en cambio, le sería muy rentable para su popularidad: Miguelón, estás perdido.

Puede pensar Miguelón que en Europa tendría más suerte. Pero, aquí, ya estamos pensando que lo mejor sería facilitarle al pobrecito una «muerte digna», con una progresista ley de eutanasia que le libre definitivamente del flemón. Miguelón, no tienes escapatoria. El progreso, el instinto emprendedor, la creación de riqueza ha conseguido que el hombre llegue muy lejos, pero no ha dejado sitio para miguelones con flemones incurables

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