Desde el 2000, la tasa de referencia de la Reserva Federal (Fed) bajó de 6,5% a 1% (provocando la última crisis financiera al inducir préstamos exageradamente), luego aumentó hasta 5,25% para terminar cerca de cero provocando un brutal aumento de la base monetaria en los últimos 12 meses. Así, la inflación constituye un serio problema a largo plazo, mientras la Fed bate récord de beneficios (US$ 52.100 millones en 2009, 46,7% más que en 2008) debido a las compras de activos para dar liquidez al mercado. Además, gran parte del paquete de estímulos por US$ 787.000 millones, de Washington, debe gastarse antes de junio de 2010. A nivel global, la descomunal inyección de fondos, está provocando una “recuperación” que fluiría a la economía real en 2010. Pero estos estímulos son falsos, pues no responden a una demanda del mercado natural, sino a una decisión arbitraria de los políticos. Con lo que podría estar formándose otra gran burbuja. Entretanto, veremos el consumo subir y sus consecuencias.
El índice del Instituto para la Gestión del Abastecimiento, un indicador clave de actividad industrial, en EEUU subió de 54,9 puntos en diciembre a 58,4 en enero. Los índices de gerentes de compra (PMI, en inglés) en China, Corea del Sur, Taiwán, India y la eurozona ascendieron marcadamente. La destrucción de empleo privado de EEUU bajó hasta los 22.000 puestos en comparación con los 61.000 que se registraron en diciembre del 2009, según ADP Employer Services.
Así, muchos creen que la economía de EEUU debería “expandirse” 2,1% en 2010. Aun cuando el consumo se perjudica por el desempleo del 9,8% que alcanzaría su máximo en junio (superior a 10%), para luego bajar. Las empresas estadounidenses aumentarían sus beneficios 30% y las europeas del Stoxx, 28%.
Pero el presupuesto 2011 muestra los gravísimos problemas fiscales al mejor estilo del populismo latinoamericano. Con lo que suena poco seria la congelación del gasto prometida por Obama. El déficit presupuestario bate records cerrando 2009 a US$ 1,42 billones, equivalente al 12% del PIB. El déficit del 2010 llegará a US$ 1,3 billones. Durante la próxima década, el déficit acumulado proyectado es de US$ 8,5 billones, 2,5 billones más que el pronóstico del Congreso. Si comparamos el presupuesto de Obama con las proyecciones para 2011 en el primer plan de gasto de Bush, de 2001, queda clara la fuerte tendencia a empeorar.
Gracias a las tasas tan bajas, EEUU consume más que lo que genera, es decir, que tiene un déficit en cuenta corriente, equivalente al 6% del PIB cuando se considera un problema el superar el 3%. La deuda del Gobierno de EEUU alcanza el 64% del PIB (debe ser menor al 60% del PIB para la Unión Europea, según los criterios de Maastrich). Washington debe el record de US$ 12 billones.
La reforma sanitaria, encallada en el Capitolio, puede costar hasta US$ 1 billón en diez años. A lo que hay que sumarle la nefasta reforma financiera.
Los dos últimos bancos que recibieron inyecciones del Gobierno acordaron su devolución. Las normas del programa de compra de activos tóxicos (TARP) no agradaban a Citigroup y Wells Fargo, que están devolviendo US$ 45.000 millones. Claramente el TARP fracasó. Las entidades bancarias y los hedge fund han seguido obteniendo inmensos beneficios con el comercio de deuda de alto riesgo y los bancos (como JP Morgan, Bank of America y Wells Fargo) han crecido. Para parchar esto se hace la reforma de la legislación financiera que está en el Congreso.
Obama quiere separar más la banca minorista de las operaciones de trading. Restricciones más severas le complicarán a Wall Street obtener beneficios, con lo que se encarecerá su operatoria, lo que se trasladará a los consumidores masivos. Además quieren limitar el tamaño de los bancos. En resumen quiere desactivar la insuficiente competencia en la banca. Pero, precisamente, estas concertaciones son producto de las regulaciones estatales que inhiben la competencia (El Universal, 07/02/2010).-
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