Catastrophe Delivery (The Saga Continues)

<--

Catástrofe delivery (la saga continúa)

En una columna anterior, “Haití: catástrofe delivery”, decía que la tragedia no había ocurrido como consecuencia de la ausencia del Estado sino, por el contrario, debido a la omnipresencia coactiva del Gobierno, manipulado por una oligarquía mafiosa, que impidió que la vida se defienda y que, si queremos salvar a Haití, debemos priorizar a las organizaciones privadas que han trabajado con mucha mayor eficiencia que los equipos estatales.

Por caso, el Ejército de Salvación, una organización privada, siempre llega antes a las zonas de desastre que los equipos estatales. En cambio, recordemos que el Ejército de EEUU, concretamente, el Army Corps of Engineers (ACE) fue el que construyó y mantuvo los canales y murallas que protegían a Nueva Orléans que, a sabiendas, no podían resistir tormentas de la magnitud de Katrina.

Más aún, las fuerzas gubernamentales como las armadas de EEUU y los “cascos azules”, ya están entorpeciendo a las organizaciones no gubernamentales, decía y los hechos sobrepasaron mi afirmación.

A los pocos días de escribir esa columna surgió la acusación, por supuesto tráfico de niños, a diez estadounidenses de la organización privada New Life Children´s Refuge, a quienes no conozco, pero la denuncia por parte, nada menos, que de la muy corrupta policía haitiana, me parecía poco fundamentada.

Investigué un poco y encontré que esta organización venía trabajando desde hace mucho tiempo en Haití, con bastante éxito. Con lo cual, me parece creíble que hayan tenido la mejor intención, y no quiero pensar que, en rigor, lo que sucedió fue que no sobornaron a la policía, como sí hacen los verdaderos delincuentes que quedan impunes.

En cualquier caso, ya se están viendo los resultados de tanto “celo” estatal por la integridad de los niños.

Entre las muchas denuncias me entero, por una columna publicada en La Prensa de Panamá (cuyo autor no pude encontrar), de la de Ian Urbina, periodista de The New York Times, que da cuenta de que los vuelos privados para evacuación médica de urgencia (por caso, un hospital pediátrico de Puerto Príncipe evacuaba por vía aérea unos quince niños al día) prácticamente habían cesado, poniendo en serio riesgo la vida, al punto que más de 20 niños han fallecido desde entonces.

Muertes por las que habría que denunciar penalmente a los gobernantes, ya que los gobiernos de Haití y EEUU están exigiendo estupideces, como que los menores tengan pasaportes válidos u otra forma de identificación, cuando todo quedó sepultado entre escombros y es impensable acudir a las oficinas burocráticas que los otorgan. Los pocos, e ineficientes, vuelos organizados por las Fuerzas Armadas y el Gobierno de EEUU tienen los mismos problemas.

En fin… mientras estaba cavilando esto del Estado perjudicando, casi intencionalmente, la salud de las personas, me entero de que un conocido mío murió mientras esperaba trasplantarse un pulmón que el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai), el ente estatal que tiene el monopolio en Argentina, nunca le envió.

Mientras escribo esto, según la página web del Incucai, hay 5.951 pacientes en espera y solo se han realizado 123 trasplantes en lo que va de 2010. Del resto, muchos morirán en la espera. La pregunta es, sabiendo todos (incluidos el Gobierno y el Incucai) que el sistema es ineficiente ¿por qué el Estado insiste en tener el monopolio y no deja que otros se dediquen a la actividad?

¿Será que el Estado tiene una escondida vocación homicida?

About this publication