Hace dos días, en La Habana, durante el arranque de la Feria Internacional del Libro, la espléndida escritora Nadine Gordimer, Premio Nobel de Literatura, dijo que ella estaba feliz con la llegada de Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos, pero que esa devoción desaparecería si no cumplía su promesa de campaña de levantar el bloqueo a Cuba.
En estas mismas páginas he comentado que no es lo mismo prometer que cumplir, refiriéndome al caso específico de Obama. Sus ofrecimientos no han podido ser llevados a la práctica, pues cuenta con un sistema político, social y económico que se lo impide. Pero qué ridículo que un jurado sueco le haya dado, apresuradamente, el Premio Nobel de la Paz a un hombre que preside a la mayor potencia militar del mundo y cuya industria bélica no detiene su inmensa producción ni sus mejores científicos cesan de inventar armas cada vez más mortíferas. Los suecos tuvieron que pensar mejor el galardón que cada año entrega a una persona que ha trabajado larga y tenazmente en contra de la guerra.
Ya con el Premio Nobel de la Paz en sus manos, Obama, que sin duda puede tener un espíritu pacifista, se lanzó contra Afganistán. El sábado comenzó una brutal embestida de más de 15 mil elementos norteamericanos y de la OTAN, su aliado de siempre, contra supuestas zonas en manos del talibán. En esa nación, no hace mucho, tropas afganas mataron a varios niños porque imaginaron que eran parte de esos temidos enemigos que, dicho sea de paso, están en su casa. Como si ello fuera poco, el “pacifista” Obama ha endurecido la presión contra Irán, nadie más puede entrar en el exclusivo club nuclear; sigue destruyendo Irak, hoy una ruina de nación, pone bases militares en Colombia y consolida su presencia militar en Corea del Sur.
Pero Nadine Gordimer sólo pide algo fácil: reparar una larga injusticia contra Cuba; suspender el feroz bloqueo que lleva medio siglo. Ya basta de asfixiar a Cuba, todo porque decidió buscar un camino distinto al que Estados Unidos desea para los países de América Latina. Si esa isla ha pasado graves penurias, en muy buena medida se deben al bloqueo impuesto por los norteamericanos, quienes obsesivamente han castigado a un pequeño país por su osadía de seleccionar como camino el socialismo.
La historia de las diferencias entre Cuba y Estados Unidos es de sobra conocida. Está visto que nunca ningún mandatario gringo leyó Escucha, Yanqui, del sociólogo C. Wrigt Mills, publicado en 1960, o que nunca entendió las batallas de Ernesto Guevara dadas en la ONU. Simplemente, los policías del mundo han tratado de suprimir el derecho de Cuba a seleccionar su destino político. Cuando me titulé en la UNAM, lo hice con una tesis sobre Guantánamo. Entonces era una base militar ya sin sentido debido a los misiles de largo alcance y a que barcos y submarinos no tenían necesidad de abastecerse a 200 millas de su propio territorio. Era una antigualla sin valor militar. A cambio, lo tenía político. Quedaría allí como símbolo del poder norteamericano en América Latina. Luego, recientemente, Guantánamo fue transformada en una prisión de alta seguridad donde el dolor y las torturas son frecuentes, donde la violación a los derechos humanos es algo normal. ¿Por qué no retirarla? ¿Por qué no darle otro uso o de plano dejarla en mano de sus propietarios legales, los cubanos?
Obama es el primer mandatario norteamericano que ofrece que Guantánamo dejará de ser prisión y que suspenderá el bloqueo. Nada de ello ha ocurrido, con discreción ha postergado el momento. La razón está, suponiendo que Obama sea una especie de Nelson Mandela, en que el sistema norteamericano se lo impide. EU nunca dejará de ser una potencia belicosa. El Destino Manifiesto no desaparecerá, cuando es pilar de la nación elegida por Dios para regir el mundo. Hasta hoy lo ha hecho, pero el planeta cambió, hay potencias emergentes, religiones que crecen y discrepan con el cristianismo y personas que no aceptan que EU sea el vigilante asignado por Dios para que nos comportemos bien. Esa potencia ha apoyado golpes de Estado en México y Chile, ha sostenido dictaduras militares, ha explotado países enteros. ¿No sería tiempo que dejara de protegernos tan bien? Si Nadine Gordimer supone que EU puede suspender el bloqueo a Cuba, que estudie un caso más cómodo: las relaciones con México. A pesar de sus promesas de buscar un trato justo, ha endurecido su política contra los migrantes. ¿Por qué, entonces, imaginar que de pronto será un hombre bueno y pacifista que solucionará los problemas en la mesa de discusiones y no con las armas?
A nadie, a estas alturas, le queda claro qué ocasionó que los suecos escogieran a Obama para concederle un galardón que le han dado a quienes en verdad luchan por la paz.
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