Discutir, argumentar y aún leer recetas de cocina ilimitadamente, con la intención de evitar que una ley sea aprobada, ha sido la táctica de los republicanos en el Senado para bloquear las reformas propuestas por el presidente Barack Obama.
El proceso legislativo se basa en el concepto fundamental del debate. El derecho de debatir y discutir una propuesta de ley es uno de los más importantes principios de la democracia. Es tan importante como el derecho a votar; es el que garantiza que el impacto de una ley será analizado a profundidad.
Este principio del debate ha perdido sentido en el Senado de los Estados Unidos. Con un recurso llamado filibuster la minoría puede bloquear una ley. El filibuster permite que los senadores prolonguen el debate indefinidamente para evitar que se someta una iniciativa a votación. Este recurso, que originalmente buscaba permitir que la voz de las minorías fuera escuchada, se ha convertido por abuso, en un obstáculo en el proceso legislativo.
Para que una ley sea aprobada en el Senado, debe contar con cincuenta y uno de los cien votos, es decir, mayoría simple. Con el uso del filibuster se necesita que una iniciativa obtenga sesenta votos a favor —tres quintas partes— para poder ser aprobada y superar el bloqueo de la minoría. Este recurso permite que, a pesar de que los votantes le den mayoría a un partido, no puedan logar la aprobación de las leyes para su proyecto de gobierno.
Esta traba legal ha sido la táctica socorrida por los republicanos para bloquear leyes o ratificar las nominaciones judiciales y administrativas de Obama, la más importante de las cuales ha sido la reforma al sistema de salud.
Históricamente esta herramienta ha sido utilizada por ambos partidos cuando hay una marcada oposición a una iniciativa, sin embargo, buscando entorpecer al gobierno de Obama, los republicanos han amenazado con el filibuster aún en iniciativas y nominaciones para las cuales no tienen argumentos en contra. Utilizan el filibuster como mecanismo de negociación para promover sus intereses.
Eso significa que hoy en día, a pesar de que el partido demócrata tiene mayoría en ambas cámaras, se encuentra imposibilitado para impulsar las leyes y lograr los cambios de su gobierno. Muchos en Washington opinan que el recurso de filibuster debería ser regulado para evitar que la minoría pueda obstruir a las mayorías.
Hay quienes se preguntan, ¿hay verdadera posibilidad de gobernabilidad si este recurso es utilizado por ambos partidos para bloquear a la mayoría?
Existe una propuesta de eliminarlo, mientras se garantice que la minoría será escuchada, ya que ese fue el propósito original del filibuster. Pero un acuerdo en este sentido se ve imposible, ya que los mismos senadores republicanos tendrían que votar para poder cambiarlo, dejando de lado el filibuster.
Por lo pronto, para Obama este obstáculo ha significado la obstrucción a los cambios prometidos en campaña, entre ellos la reforma migratoria, y los necesarios para problemas internos como el desempleo.
De continuar así, la posibilidad de implementar los programas y cambios necesarios se ve muy lejana, y con ella la viabilidad de que los demócratas conserven la mayoría en el Congreso.
Con el clima partidista reinante en Washington, el proyecto de gobierno de Obama no es más que un castillo en el aire, y las posibilidades de recuperación económica se ven cada vez más complicadas.
Igual que en Estados Unidos, en México las lealtades partidistas causan un conflicto de gobernabilidad. En los últimos años, el mal uso de las prácticas legislativas ha obstruido la adopción de leyes en ambos sistemas.
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