The New Americans

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Los nuevos norteamericanos

29 Marzo 10

De este lado del Atlántico resulta difícil comprender por qué tantos norteamericanos, incluido el Partido Republicano, se niegan a aceptar una sanidad pública. Cualquier político europeo que adoptase una posición parecida, equivalente a desmantelar la medicina estatal, se condenaría a la marginalidad. Calificar la posición de extrema derecha, como a veces se hace, no explica nada, porque es evidente que ni el Partido Republicano es de extrema derecha ni lo son más de la mitad de los norteamericanos: de pensar así, habremos de aceptar que muchos norteamericanos nos tachen a los europeos (y no sólo los socialistas…) de izquierdistas extremos. La nueva ley, además, ha enfrentado radicalmente a republicanos y demócratas. No ha habido consenso ni esfuerzo por alcanzarlo, como lo hubo cuando Johnson promovió sus grandes medidas legislativas de reforma social. El choque ha sido frontal y de carácter histórico, lo que se explica en parte por la coyuntura. A menos de frustrar todas las expectativas que él mismo había suscitado, Obama tenía que aprobar su reforma. Y al revés, los republicanos no podían dejar pasar la ocasión de intentar acabar con el prestigio de la administración demócrata.

También es cierto que la reforma aprobada no cumple, ni mucho menos, las ambiciones que un sector demócrata, incluido Obama, tenía depositadas en ella. Querían hacer lo que hizo Johnson en los 60 y Roosevelt en los 30: al instaurar una cobertura sanitaria universal (la famosa «opción pública») se generaría una nueva mayoría social que a su vez estabilizaría una mayoría demócrata durante décadas. Desde esta perspectiva, el cálculo de Obama se vino abajo cuando tuvo que retirar la «opción pública». En la ajustada victoria demócrata de estos días hay, a pesar de todas las sonrisas, un relente de frustración que contribuye a explicar la energía con que los republicanos han hecho oposición. Más aún, tal vez en las próximas elecciones de noviembre, los demócratas paguen cara su victoria de hoy.

A medio plazo, sin embargo, es posible que la situación cambie. La nueva ley introduce cambios sustanciales en una materia que exigía reformas. Los asegurados de hoy pasarán a ser titulares de un derecho, el derecho a la sanidad respaldada con fondos públicos y gestionada por el gobierno. Es probable que acaben votando a quien les garantizó los cuidados sanitarios, y también lo es que los demás acaben preguntándose por qué ellos no disfrutan de esos mismos derechos. Aunque no tan deprisa como pretendían, los demócratas habrán empezado a cambiar la sociedad norteamericana y suscitado nuevas demandas a las que les tocará responder a ellos… Desde otra perspectiva, está por ver cómo se va a conseguir todo esto en un momento en que la mutación económica que nos ha tocado vivir está poniendo en cuestión el tamaño de los gobiernos. Tampoco se sabe si a los europeos, felices con la reconciliación transatlántica, les conviene que la gran potencia democrática siga el ejemplo de Europa y se dedique a cuidarse, en vez de cuidar también, como hasta aquí, de la libertad de los demás.

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