Another Vietnam?

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La Guerra de Vietnam ocupa un papel destacado en la historia de la guerra contemporánea porque supone la primera gran derrota de los Estados Unidos como superpotencia.

En un tiempo relativamente breve, los norteamericanos habían pasado de ser una nación aislacionista a derrotar al Eje en la Segunda Guerra Mundial, y así asumir el liderazgo occidental. Sin embargo, poco después descubría los límites de su poder, el riesgo de provocar serias fracturas sociales cuando el uso de la fuerza no cuenta con suficiente apoyo social y lo voluble que es la opinión pública.

Para los enemigos de los EE.UU., Vietnam fue la prueba de que a fin de cuentas los EE.UU. no eran más que un «tigre de papel», una gran potencia dotada de formidables medios de destrucción pero habitada por gentes con muy limitada capacidad de resistencia por su apego a la vida y a los bienes materiales.

La historia de esa guerra se ha convertido en el manual de uso para derrotar a cualquier estado occidental en un conflicto asimétrico, donde el campo de batalla principal es la opinión pública y la mejor arma el diario «The New York Times». Si la victoria se percibe lejana, los intereses nacionales vagos, las víctimas muchas, sobre todo entre mujeres y niños, y si la intervención huele a neo-colonialismo, tenemos el cóctel perfecto para que la prensa se ocupe de minar la voluntad de victoria, forzando una vergonzosa retirada.

En Afganistán se dan las condiciones políticas y geográficas para que los Estados Unidos sufran una nueva derrota, incluida la geografía y la falta de voluntad política del actual presidente. Ni el contingente desplegado ni el plazo temporal impuesto parecen los apropiados para derrotar a las milicias talibanes y consolidar el nuevo régimen. Ellos sólo tienen que resistir y esperar a que la OTAN se retire, porque el tiempo juega a su favor.

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