Bomb in Times Square

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Un ataque terrorista en suelo norteamericano, el escenario más temido por Washington y el pueblo estadounidense, estuvo a punto de hacerse realidad el sábado pasado. Las autoridades detectaron un carro bomba en plena Times Square, uno de los sitios turísticos más visitados del mundo y símbolo de la ciudad de Nueva York.

Afortunadamente, el dispositivo, con capacidad de generar una bola de fuego y muchas víctimas, no explotó y, en palabras de Michael Bloomberg, alcalde de la Gran Manzana, se evitó “un hecho mortífero”. Aunque sin la potencia para tumbar un edificio, la “bomba sucia” habría estallado en la mitad de uno de los atractivos más vistosos de Nueva York, centro del distrito teatral de Broadway; sede de los distintivos avisos de neón; punto de transbordo de unos 300.000 usuarios diarios de la mayoría de trenes del metro y lugar de visita de unos 36 millones de turistas al año.

Si bien un grupo islámico llamado los Talibanes de Pakistán se atribuyó el hecho en venganza por la muerte de varios líderes de Al Qaeda, Washington no le da mucha credibilidad a esta reivindicación. De haber estallado, el carro bomba en Times Square habría sido el tercer atentado terrorista que sufre la icónica Nueva York después del World Trade Center, en 1993, y los aviones del 11 de septiembre del 2001. Este fallido atentado ratifica que el territorio de Estados Unidos sigue en la mira del terrorismo.

Más de diez amenazas en suelo norteamericano han sido desmanteladas en poco más de un año. Desde el joven nigeriano que quiso explotar una bomba en un vuelo a Detroit hasta una conspiración para atacar una base militar en el estado de Nueva York, pasando por una serie de ataques planeados contra sinagogas y un potencial atentado suicida en el metro neoyorquino. Según expertos, las probabilidades de que uno de estos planes tenga éxito durante la administración de Barack Obama no son bajas.

Sin embargo, detrás del temor desatado el pasado fin de semana en Nueva York están las clave de la resistencia civil contra el terror: un vendedor ambulante alertó a la Policía del humo que salía del carro bomba; los protocolos de seguridad de la ciudad se activaron para despejar el área y el Gobierno movilizó sus organismos de inteligencia para el rastreo de los responsables. Y lo más importante de todo: después de sólo 12 horas de la evacuación, miles de turistas y neoyorquinos regresaron a Times Square, devolviéndole la vida a la mítica feria de neón donde, como dice la canción, “la Séptima Avenida se encuentra con Broadway”.

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