Obama’s Stain

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Hoy hace seis semanas que la plataforma petrolera Horizonte de Aguas Profundas derrama sin parar unos 12.000 barriles diarios de crudo en el Golfo de México en lo que ya constituye el peor desastre de esta naturaleza en la historia de Estados Unidos. Decenas de miles de kilómetros cuadrados de superficie marina están hoy cubiertos por una inmensa mancha negra que empezó a afectar los corales y la fauna de la costa de Luisiana, la misma que fue azotada severamente por el huracán ‘Katrina’ en 2006.

El derrame petrolero en una plataforma de la British Petroleum (BP) constituye no sólo una catástrofe ambiental de magnitudes aún imposibles de determinar sino también el símbolo de hasta dónde las sociedades avanzadas han llegado en su dependencia de los hidrocarburos. Dado que el crudo se está agotando en sitios de fácil acceso, los nuevos pozos están siendo explotados en plataformas en alta mar, a cientos de metros sobre el lecho marino, y con un alto riesgo de accidentes. Esta sed por el ‘oro negro’ llevó a la propia Casa Blanca a apoyar hasta hace pocos meses las exploraciones en mar profundo tanto en el océano Ártico frente a Alaska como en el Golfo de México. Precisamente los sitios de los dos derrames más severos: el buque Exxon Valdez en 1989 y ahora Horizonte de Aguas Profundas.

Más de un mes, tres fallidos intentos y 1.000 millones de dólares después, una maniobra de sello del pozo con cemento y lodo, llamada ‘top kill’, comenzó el jueves pasado con buen pronóstico aunque se debió suspender en dos ocasiones y los promósticos de éxitos son reservados. Se frene el chorro de petróleo o no, las consecuencias políticas del desastre ya se están empezando a sentir. Las críticas al manejo que le ha dado el gobierno de Washington al derrame no paran y han llevado a la oposición republicana a tildar Horizonte de Aguas Profundas como el ‘Katrina’ de Barack Obama.

Las similitudes no son pocas. Además de golpear a la misma área geográfica que el famoso huracán, la lenta reacción de la actual Casa Blanca ante la mancha de petróleo se asemeja a la de los tiempos de George W. Bush. Así como el polémico ex mandatario dejó en manos de autoridades locales la respuesta inicial a la inundación de Nueva Orleáns, Obama hizo algo parecido al responsabilizar a la BP de contener el accidente en primera instancia.

En segundo lugar, la tragedia del ‘Katrina’ develó la negligencia e incompetencia de la entidad federal a cargo de la atención de emergencias así como los nombramientos clientelistas en sus altos cargos. En el caso de Horizonte de Aguas Profundas, se descubrió una indebida relación entre la oficina reguladora de las exploraciones petroleras, el Servicio de Manejo de Minerales, y las multinaciones del crudo. De hecho, la BP recibió un permiso de exención de los requerimientos ambientales para el pozo que estalló. Por último, al igual que en los días posteriores al azote del huracán en la costa del Golfo, los continuos fracasos de la BP para sellar la filtración reflejaron la incapacidad administrativa y tecnológica de la Casa Blanca para enfrentar emergencias.

Esta creciente percepción motivó a Obama a anunciar fuertes medidas como la congelación de 33 exploraciones en el Golfo de México y visitar ayer la zona de la catástrofe. Sin embargo, un 53 por ciento de los estadounidenses piensan que la respuesta gubernamental ha sido pobre. Aún es pronto para establecer si el derrame manchará la gestión de Obama tanto como el ‘Katrina’ voló con la popularidad de Bush. Al fin de cuentas, el actual mandatario aún goza del capital político para gastar del que su antecesor no contaba. De la habilidad del presidente estadounidense dependerá que el mayor derrame de crudo de la historia se transforme en el punto de partida de la reforma energética que la superpotencia necesita.

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