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EU y Europa no cumplen

18 de junio de 2010

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2010-06-18

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Contrario a lo que pudiera pensarse, la economía del crimen organizado no beneficia principalmente a los países donde el hampa se mueve con más libertad. La mayor parte del dinero que sale de esos negocios va a parar a las naciones de primer mundo que son destino final de los productos y servicios de las mafias. Esta revelación, dada a conocer por Naciones Unidas, es muy importante para México porque significa que el costo de luchar contra el crimen no va de la mano del grado de responsabilidad de quienes ponen la sangre y el desgaste social.

Los países que cultivan la mayor parte de las drogas ilícitas en el mundo son los que reciben mayor atención y críticas; sin embargo, las ganancias se quedan en los países ricos de destino, dice el estudio La globalización del delito: evaluación de la amenaza del crimen organizado trasnacional, elaborado por la Oficina de la ONU contra las drogas y el delito. El análisis expone que 70% de los 72 mil millones de dólares que genera en un año el tráfico de cocaína permanece en los países ricos.

Independientemente de las cifras y los porcentajes, existen varias preguntas que los especialistas ya han puesto sobre la mesa por lógica y por la experiencia internacional. ¿Puede haber una victoria armada contra los cárteles cuando se decomisan toneladas de droga en México pero al mismo tiempo resulta sencillo el lavado de dinero en Estados Unidos? ¿Podrá acabarse con el tráfico de personas para fines de explotación sexual en Latinoamérica cuando en Europa los proxenetas tienen un negocio boyante? Es obvio que no. Mientras el negocio en esos países siga intocado, existirán aquí traficantes, sicarios y capos.

Por décadas Europa y Estados Unidos han señalado la corrupción en los países de desarrollo como principal causa de la delincuencia transnacional, con lo cual se eximen a sí mismos de culpa.

En el caso de México y su combate al narcotráfico queda más clara esa relación inequitativa. El vecino del norte se niega a controlar la libre venta de armas largas que termina en manos de los cárteles, no frena la actividad de los cárteles en sus ciudades fronterizas y ha hecho casi nada para reducir el consumo de droga de sus ciudadanos. ¿Por qué hacer entonces el trabajo sucio de Estados Unidos?

El riesgo es que, frente a la inocuidad de la lucha anticrimen de Europa y Estados Unidos, los demás países renuncien a enfrentar el problema. Ese sería el peor escenario porque permitiría al hampa normalizar su presencia en el “tercer mundo”.

Los países desarrollados tendrían que hacer mucho más de lo que están haciendo, so pena de que el crimen se convierta eventualmente en algo tolerado y normal allende sus fronteras.

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