Reports from the United States:WikiLeaks, Power and Journalists

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Crónicas desde EEUU

WikiLeaks, el Poder, y los periodistas

En la cuestión de la filtración de la página web WikiLeaks de cerca de 92.000 documentos secretos del Pentágono, la mayor parte de los análisis se han centrado en analizar como influirán en el futuro de la guerra de Afganistán, y en las relaciones entre Washington e Islamabad, habida cuenta del doble juego que denuncian de las autoridades paquistaníes.

A mi juicio, en ambos ámbitos, los efectos serán mínimos. Ciertamente, la filtración ha dado mayores argumentos a quienes abogan por unaretirada total o parcial de las tropas en 2011, pero ese escenario ya parecía igualmente inevitable antes de las wikifiltraciones, a menos que Obama nos muestre un empecinamiento que desafíe las leyes de lo conveniente políticamente. Respecto a las relaciones con Pakistán, la administración ya hace tiempo que sabe del doble juego del ISI, y que se queja a Islamabad.

En cambio, la filtración sí que puede tener un mayor impacto de futuro como lanzamiento, o quizás mejor dicho consolidación, de un nuevo actor político: una sociedad civil globalizada con la voluntad de controlar los poderes públicos. WikiLeaks es la plasmación de algo que nos anunciaron al nacer internet, pero que aún no había realmente cristalizado, al menos en relación a los gobiernos. Gracias a la sociedad de la información y a la capacidad de trabajar en red que permite internet, a los poderes públicos les será más difícil sellar sus acciones dentro de una caja negra con la etiqueta de “top secret”.

Así pues, no es de extrañar que el gobierno de Obama reaccionara con indignación, y prometiera perseguir a los filtradores. A nadie le gusta perder poder, y menos al gobierno de la única superpotencia mundial.

Al igual que con la aparición del llamado “periodismo ciudadano”, algunos han alertado de la posibilidad de que irrupción de WikiLeaks u otros grupos parecidos acabe llevándonos realmente a la sociedad de la desinformación. El peligro estaría en la pérdida de influencia de los medios de comunicación tradicionales, cuya tarea debe ser analizar y contrastar la información, en favor plataformas ciudadanas menos rigurosas.

Ahora bien, WikiLeaks no parece querer substituir a los medios tradicionales, sino más bien complementarlos, consciente de que su rol es diferente. Y es por esta razón que tres semanas antes de colgar en internet los documentos, les dio acceso a tres periódicos de reconocido prestigio de las tres grandes potencias democráticas mundiales: The New York Times, The Guardian, y Der Spiegel. Y fueron ellos los encargados de transmitir y analizar para el gran público un volumen de documentos que prácticamente ningún ciudadano tiene el tiempo y las ganas de leer.

Si tiene continuidad, este partenariado entre los nuevos “watchdogs” civiles, utilizando el vocablo anglosajón, y los medios de comunicación tradicionales, la nueva era que la filtración abre debe ser acogida por la ciudadanía como una buena noticia. Y es que al Poder le será mucho más difícil controlar a una sociedad civil globalizada que a un medio nacional al que puede condicionar de una forma tan sencilla como es cortando el acceso a las fuentes.

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