Poor Obama

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Los problemas de Barack Obama en EE.UU ilustran las dificultades que enfrenta un político moderado en medio de una crisis económica que no da señales de solucionarse.

Obama, cuya popularidad ha caído en picada, es criticado a diario tanto por la derecha como por la izquierda. A la derecha, el Partido Republicano, controlado por miembros de su ala más radical, defiende una combinación de liberalismo económico con un conservadurismo político y social que, en algunos temas, se acerca al fascismo.

Para ellos, la nueva ley que garantiza el acceso a la salud es un sacrilegio, y reducir el déficit fiscal debería ser la prioridad de la política económica, aunque ello signifique mayor sufrimiento en el corto plazo; al mismo tiempo, piden una política dura contra los inmigrantes ilegales, y cada vez tienen más dificultades en disfrazar el racismo de algunas de sus propuestas.

Pero Obama ha perdido también respaldo en la izquierda. Los miembros más “progresistas” del Partido Demócrata están decepcionados porque, a su criterio, las medidas del gobierno han sido demasiado tibias.

Al parecer, ellos esperaban una especie de revolución ciudadana. Querían – guardando las distancias – algo equivalente a un Rafael Correa, y se han encontrado con un Rodrigo Borja. Por eso, muchos de ellos no irán a votar en las elecciones parciales de noviembre (el voto en EEUU no es obligatorio).

Así, los analistas predicen un triunfo republicano. Para un ecuatoriano, ese escenario parece absurdo: es como si, en nuestro país, la DP hubiera ganado elecciones sólo dos años después de la debacle del 99. Pero, según dicen los expertos, en EE.UU los votantes miran hacia el futuro y no hacia el pasado.

Y, en un país acostumbrado a la abundancia, la crisis parece haber agriado el carácter de los votantes, que son cada vez más pesimistas y, en consecuencia, más proclives a aceptar propuestas extremas.

Lo anterior es un ejemplo de que, si quieren acceder al poder, los políticos de centro nunca deberían alegrarse de que a su país le vaya mal: los ciudadanos

desesperados seguramente preferirán las opciones más radicales.

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