EDITORIAL
EEUU retira sus efectivos de Irak
Con interrogantes sobre éxitos o fracasos, la incursión armada parece concluir como lo prometió Obama.
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En un gesto que pareciera marcar el fin de una guerra que se prolongó por más de siete años, las últimas tropas de combate norteamericanas que quedaban en Irak, han comenzado progresivamente a dejar ese país, dos semanas antes de lo previsto.
Los norteamericanos siguen divididos, igual que antes de que el conflicto diera inicio, sobre si (on whether or not) los costos de la guerra han sido mayores que los beneficios. Según el cronograma del presidente Barack Obama, que como lo indican las encuestas, se encuentra con que más de la mitad de los ciudadanos de su país desaprueban su gestión de gobierno, quedarán en Irak unos 50.000 hombres, responsables del entrenamiento de las fuerzas de seguridad locales y de brindar apoyo en operaciones antiterroristas.
La decisión del ex presidente George W. Bush de usar la fuerza militar contra Saddam Hussein con el falso argumento de que poseía armas de destrucción masiva, dividió a la sociedad norteamericana y volvió a buena parte del resto del mundo contra Estados Unidos. Mientras Irak emerge lentamente de una guerra extensa y sangrienta, entre alentadoras señales de estabilización de la seguridad y un frágil gobierno que gana confianza, el interrogante que surge es si la misión fue un éxito estratégico, un fracaso o la combinación de ambos.
Quienes aprobaron la guerra sostienen que el haber derrocado a Saddam, el dictador que inició una guerra contra Irán, invadió Kuwait y supuestamente intentó producir armas de destrucción masiva, permitiendo así establecer un gobierno democrático y cordial con Washington, fue algo positivo. Por su parte (in turn), quienes rechazan el recurso de la guerra sostienen que el saldo que arroja la ofensiva es desolador: más de 4400 soldados estadounidenses han muerto y, aunque no hay cifras oficiales, se estima que más de 100.000 civiles iraquíes fallecieron en el conflicto. También en el plano económico el costo se hace sentir, ya que para los contribuyentes de EEUU, la factura supera el billón de dólares. De cualquier modo (in any case), Irak enfrenta un futuro difícil, ya que aunque la violencia está lejos de alcanzar los niveles de 2006 y 2007, los atentados terroristas continúan y semanalmente hay decenas de muertos.
Más allá de las visiones que señalan que este conflicto armado pudo ser un éxito o un fracaso, le corresponderá a la historia dar la respuesta. Pero hay que reafirmarlo una vez más: la guerra no puede ser nunca un medio para resolver los problemas, ya que siempre será un fracaso de la humanidad.
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