The Dark Waters of the Bilderberg Club against Cuba

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En una oportunidad escuché decir a Fidel que “el mundo tenía dueños”. Entre las noticias que escuchaba o leía siendo un adolescente, sólo alcanzaba a entender que tales dueños, defensores a ultranza del neoliberalismo, ostentaban el poder económico y político capitalistas. Luego comencé a entender que tras la súper potencia yanqui, existía lo que muchos llaman “establishment” y otros “complejo militar industrial”. Analizando detalles comprendí que lejos de gobernar en el mundo capitalista, oscuros hilos movían el andamiaje de lo que llaman “democracias representativas”.

Todo se desenvuelve tras la apariencia, en una esencia que obliga a presidentes y primeros

ministros (salvo dignas excepciones, muchos en el poder hoy en Latinoamérica) a responder a intereses de los grupos que los llevaron a tomar las riendas del país.

Gracias a Fidel y sus Reflexiones sobre la brillante obra de periodismo investigativo de Daniel Estulin, comprendí la esencia de lo que significa el “poder oculto” del Club Bilderberg. Inquieta pensar que un grupo de hombres y mujeres, con un poder sólo comparable a su demencia, hayan desdibujado la historia del mundo a su antojo. En el siglo XX y en lo que va del XXI, el narcotráfico y las guerras con fines geopolíticos han guiado su actuar. Estulin, conocedor y estudioso de las “aguas negras” que rodean a los Bilderberg, ha declarado que si desapareciera el tráfico de estupefacientes, perderían su fuente principal de ingresos y literalmente desaparecerían.

Cuba ha sido objeto casi desde inicios de 1900, de la atención de lo que luego serían miembros y cómplices ilustres de los Bilderberg. Erigida como organización secreta, el Club de marras fue

fundado en el año 1954 y hasta hoy persiste en sus objetivos de dominio hegemónico, a los que nuestro archipiélago no ha escapado.

John Walter Prescott Bush, bisabuelo materno de George W Bush, tenía en nuestro país importantes posesiones económicas. La West Indies Sugar Company y la compañía petrolera Zapata Offshore, ambas nacionalizadas al triunfo de la Revolución, pertenecían a la familia Bush. ¿Acaso entonces casual su odio enfermizo contra la “Cuba de Castro”? Fiel a las políticas aplicadas por lo que años después sería el Club, que se materializaron en apoyo al Partido Nacional-Socialista Obrero Alemán, junto a su más monstruosa creación: Hitler o el “bestia” como le llamaban ufanos, también Prescott Bush tuvo estrechos vínculos con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

Qué decir de los mafiosos como John Rosselli, Santos Trafficante, Meyer Lansky, Antonio Veciana y Sam Giancana, vinculados de una forma u otra a los Bilderberg. Se sabe de sus negocios en Cuba vinculados a la prostitución y el juego. El asesino y dictador Fulgencio Batista, entusiasta impulsor de vínculos al más alto nivel con estos connotados miembros del hampa, ya en 1933, siendo coronel jefe de Ejército, apoyaba solícito sus acciones. Todos, directa o indirectamente participaron en algunos de los 637 intentos de atentados contra nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro.

En varias oportunidades Fidel se ha referido al magnicidio de Dallas en 1963. Lee Harvey Oswald, supuesto asesino y conejillo de indias (acaso similar a la manipulación de Timothy McVeigh, inculpado por el atentado contra el Edificio Federal Alfred P. Murrah, el 19 de abril de 1995 en la ciudad de Oklahoma, Estados Unidos) fue pieza clave de un montaje bien orquestado que intentó vincularlo con Cuba. Kennedy, queriendo lograr un acercamiento con nuestro país, había pasado la “línea permisible” a un presidente de Estados Unidos. La CIA (organismo vinculado igualmente a los Bilderberg) ordenó su muerte.

Fidel, conocedor desde la lucha en la Sierra Maestra del poder y uso de las armas de mirilla telescópica, ha afirmado que hubo más de un tirador ese fatídico viernes 22 de noviembre de 1963. Se sabe de la imposibilidad de disparar con mirilla telescópica, y en fracciones de

segundos corregir los órganos de puntería, para batir por segunda vez un blanco. Concienzudas investigaciones, demuestran la presencia esa jornada en Dallas de Luis Posada Carriles, Orlando Bosh y Frank Sturgis (todos agentes CIA) exactamente en la Plaza Dealey, lugar frente al cual Kennedy fue abatido por tres disparos en la cabeza.

¿Casualidad? ¿Por qué tanta protección a estos mafiosos si no es precisamente por lo que

saben? ¿Quién firmó el indulto que les da total impunidad en suelo estadounidense a estos asesinos? No es casual que la respuesta sea: George Bush (padre).

Un connotado contrarrevolucionario cubano-americano, fallecido hace pocos años, llegó a decir que de hablar lo que sabía, podía provocar el mayor escándalo en la historia de los Estados Unidos. Imaginemos entonces una algarabía mayor a la de Watergate, la filtración de secretos sobre la guerra de Viet-Nam o la reciente publicación de los “Archivos de la guerra” gracias a Julian Assage en Wikileaks.

Mucho podemos hacer los jóvenes por ese “mundo del futuro”, esa “Patria mundial” de la que habló recientemente Fidel. Podemos de seguro obrar porque “los derechos de los seres humanos estén por encima de los derechos individuales”.

Quienes se creen dueños de los destinos del planeta y apuestan ahora por una guerra nuclear, (quizás ya con fecha planificada) dirigen sus ataques solapados contra las nuevas generaciones. Así lo hicieron en las décadas del 60 y 70 en los Estados Unidos con sus propios ciudadanos (el concierto de Woodstock en 1976 es la más ilustrativa prueba). Del mismo modo persisten en sus objetivos, ahora a través del intento de imponer una cultura homogénea donde prima la enajenación y el consumismo aberrante.

Nuestro objetivo fundamental debe ser, ante todo, combinar pensamiento con acción. Martí nos decía que todo hombre y mujer somos colaboradores, que “el que pudo ser antorcha y desciende a ser mandíbula: deserta”. Seamos protagonistas conscientes y activos de una batalla por el futuro del derecho a la vida y a la paz. Reinventemos el mapa que comprometa a los seres humanos con el amor y no con la guerra.

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