Trato vejatorio
El Departamento de Estado debería explicar las razones de la detención de los sacerdotes dominicanos Regino Martínez y Rogelio Cruz, quienes fueron interrogados el sábado por oficiales del Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos y luego liberados sin formularles ningún cargo.
Martínez fue retenido durante 15 horas y el padre Cruz por dos, sin que las autoridades de Inmigración ofrecieran ningún tipo de información sobre ese extraño proceder contra dos sacerdotes que arribaron a esa terminal desde el aeropuerto Cibao y con destino a Nueva York.
Ambos curas participarían en un foro social sobre Inmigración a cargo del sacerdote Luis Barrios, un conocido activista defensor de los derechos de los hispanos, quien fue condenado a dos meses de prisión por desacato a la ley y rebeldía social.
Se admite el derecho del gobierno estadounidense a admitir o no en su territorio a cualquier ciudadano extranjero, pero es su obligación observar y preservar los derechos que la Carta de Naciones Unidas reconoce a todos los ciudadanos del mundo, entre los que figura informar al afectado sobre las razones de su detención y proveerlo, si fuera necesario, del auxilio de un abogado.
Tanto Regino, cura de Dajabón, como Rogelio, de la arquidiócesis de San Francisco de Macorís, han viajado otras veces a Estados Unidos sin ser retenidos ni interrogados, por lo que llama la atención que fueran objeto de tan extraño tratamiento, ahora cuando participarían en un foro de denuncia sobre maltrato y exclusión a inmigrantes en Estados Unidos.
La Iglesia Católica debería reclamar una explicación del Departamento de Estado por el trato sin dudas vejatorio dispensado a esos sacerdotes, quienes sin tener prontuario delictivo fueron sometidos a interrogatorios y liberados sin siquiera informarles las razones del mal trato.
Ante la negativa de los oficiales actuantes, de ofrecer explicaciones, hay razones para especular que la detención de Regino y Rogelio estuvo vinculada con su participación en el Gran Foro Social de Nueva York, y en su relación con el cura Barrios, declarado por las autoridades como sacerdote rebelde.
El cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez sabrá reclamar por los canales pertinentes que el Departamento de Estado revele las razones del maltrato sufrido por dos ovejas de su rebaño, cuyo pecado ha sido el de promover la solidaridad con los inmigrantes que sufren sometidos a crueles formas de discriminación económica y marginalidad social.
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