The Tea Party and Laissez-faire

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La nueva movida estadounidense no se encendió con la derrota de Obama, viene pregonando su furor desde hace meses. El posicionamiento activo y avanzado de Obama, contrastado con la tibia moderación a la que nos tenían acostumbrados los políticos “estándares”, ha despertado una nueva bestia.

El movimiento Tea Party, que ha sido en gran medida culpable del batacazo que acaban de sufrir los demócratas, es un monstruo con numerosas extremidades. Al no tener una afiliación oficial y estar manejado por múltiples colectivos, no cuenta con una ideología claramente delimitada.

A lo largo de las profusas manifestaciones se han declarado un sinnúmero de ideales colorinches, que a pesar de no estar emparentados, sobre todos pesa un fuerte olor a rancio. Tanto motivos racistas, como antiemigrante se han colado con otros tan dispares como el escepticismo respecto al cambio climático y la crisis ecológica.

Pero ante el avance del estado obamista y su correspondiente intervencionismo, todo el movimiento concuerda con la idea del liberalismo clásico y la reducción del sector público.

Haciendo gala de una pasmosa falta de memoria histórica, se ha retomado un espíritu proto-decimonónico. Básicamente se revivió el discurso propio de la revolución libertaria, pidiendo la abolición de los impuestos, la eliminación de toda tarifa, y el corte a mate del gasto público. En ese sentido, es necesario refrescar la memoria y recordar qué pasó con el Estado liberal del siglo XIX. Ocurrió, que el poder privado probó ser mucho más cruel y despiadado que las instituciones públicas. Sin un derecho laboral, se inició una competencia por salarios bajos que diezmaron el bienestar de los trabajadores. Los obreros se ofrecieron a laborar por menos y menos, al punto de aceptar salarios y condiciones que no cubrir sus necesidades básicas.

La existencia de Marx fue un producto histórico que ese contexto; fue la voz que tenía que aparecer, porque forzosamente era la situación de las clases obreras debía denunciarse.

Pero su Alzheimer no solo olvidó el largo plazo, sino también el inmediato.

La crisis financiera del 2008 se dio debido a las acciones de la empresa privada, que sin ser controladas transmitieron los riesgos con ventilador hasta contaminar todo el sistema.

Y fueron precisamente acciones profundamente intervencionistas, tales como los rescates mastodonte, que salvaron al mundo de un nuevo 1929.

Sería posible seguir enumerando argumentos interminablemente, empezando por las políticas de Keynes.

No por algo verdaderos ríos de tinta han celebrado la muerte del viejo liberalismo; puesto que de lograrlo, se meterán en una verdadera montaña rusa.

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