The Tide Is Changing

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EL único consuelo de Obama es que pudo ser peor. Pudo perder también el Senado, lo que le hubiese dejado maniatado para gobernar. Pero lo retuvo por los pelos, mientras en el resto la derrota fue clamorosa. Una marea conservadora barrió la Cámara de Representantes y los gobiernos de los Estados, dando a la republicanos una capacidad que antes tenían los demócratas. El pueblo norteamericano ha hablado alto y claro, y ha dicho que no le gusta cómo le estaban gobernando.

¿Qué puede hacer Obama ante ello? Tiene dos caminos: echar la culpa a la oposición de no poder gobernar o adaptarse a la nueva situación. ¿Cuál es la nueva situación? Lo se voy a explicar con sus ejemplos: el nuevo speaker de la Cámara Baja es un oscuro hombre de Ohio, John Boehner, con once hermanos, que fregó suelos, lavó platos, no fue a Harvard, sino a un modesto college, con la consigna «hay que devolver América a los americanos». El segundo, son las tres advertencias de Evan Bay, uno de los demócratas que dejan el Senado, a su partido: «Bajar los impuestos, atacar el déficit y acercarse al centro». Es exactamente el mensaje que envió ayer el pueblo norteamericano a su gobierno: déjate de repartir riqueza —que está desapareciendo— y concéntrate en la creación de la misma. Y para crear riqueza, la iniciativa privada es mejor que la gubernamental. Los déficit son una hipoteca para el futuro y para los hijos. Y nada de elitismos. El norteamericano medio es centrista, que se ve hoy abandonado. Esos han sido los tres pecados de la administración Obama y lo que le llevó al revolcón de ayer.

Obama puede hacer caso de esa advertencia o ignorarla. De ello dependerá que sea reelegido o no en 2012. Mucho apunta de que lo hará, se bajará a la calle y se pondrá a crear empleo, que es lo que desde allí se pide. De hecho, ha empezado ya a hacerlo, al ofrecer colaboración a los republicanos. Pero tendrá que hacerlo con hechos, no con palabras, y sin titubeos. Porque si sigue con una agenda socialdemócrata, se equivocó de país. Eso puede funcionar en Europa, no en Estados Unidos. E incluso en Europa está, de capa caída.

Por último: las elecciones de ayer encierran también una advertencia para los republicanos. Aunque la marea es hoy conservadora, si la llevan al extremo puede conducirles a cometer los mismos errores que los demócratas. El triunfo del Tea Party es más aparente que real, ya que han sido sus candidatos radicales que se presentaron en algunos Estados como tercer partido quienes impidieron al candidato republicano alcanzar la victoria, y a su partido, la mayoría en el Senado. Y es que la mayoría norteamericana es de centro. De centro derecha.

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