Obama’s Beating

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El pasado martes 2 de noviembre se celebró en México, como todos los años, el Día de Muertos. En Estados Unidos, el Halloween, o fiesta de brujas, es una tradición de origen celta que celebra el fin de las cosechas en otoño y que los irlandeses trajeron al nuevo continente en el siglo XIX. Comienzan los días oscuros del invierno y los niños salen de casa en casa a pedir “dulce o susto” (trick or treat), para recordar a Jack O’Lantem, un personaje que vagaba con una linterna en forma de calabaza con luz de vela interior, entre el cielo y el inframundo, rechazado por ambos, Dios y el Diablo, de ahí la asociación de esta fiesta con las calabazas.

Así parecía el presidente Obama después de la estrepitosa derrota electoral de los demócratas en las elecciones para ambas cámaras y varias gubernaturas en EU, precisamente el Día de Muertos, vagando sin pena, entre el electorado que apenas lo llevó al poder hace dos años y la oposición republicana.

Hasta hace más de una semana Barack Obama contaba con el apoyo de más de 250 miembros en la Cámara de Representantes en el Congreso estadounidense, que hacían frente a una oposición “cómoda” de menos de 180 republicanos. Después del día de las “calabacitas”, la composición política de este órgano legislativo cambió 180 grados; con menos de 200 aliados en dicha cámara, tendrán que enfrentarse o convencer a casi 240 republicanos.

En el Senado, apenas logró retener 53 asientos de 100 posibles, pero, en contraste, de 37 gubernaturas en disputa tan sólo logró la victoria en 13 entidades frente a 23 del Partido Republicano y una gubernatura que la ganó un independiente (Rhode Island). Si en nuestro país se permitieran las candidaturas ciudadanas, ¿habría gobernadores independientes como fue el caso de Lincoln Chafee?

El principal éxito de Obama en dos años de mandato fue, sin duda, la aprobación de la reforma a la ley de salud con 219 votos a favor y 212 en contra. Pero, ¿dónde quedaron esas otras importantes reformas prometidas en campaña como la migratoria? Ahora, con los republicanos en contra, prácticamente quedaría enterrado este tema. Simplemente habría que recordarle al presidente, a escasos dos años de su reelección o salida de la Casa Blanca, que en 2008 los latinos representaron un 22% de los votantes registrados y que dos de cada tres se inclinaron a favor del Partido Demócrata.

En contrapartida, se advierte con preocupación un ascenso en el poder del Tea Party (Partido del Té), un movimiento ultraconservador que alcanzó una senaduría a través de Rand Paul por el estado de Kentucky, lo cual, sumado a leyes como la de Arizona (ley del odio), no son factores o políticas que resultan del agrado de los latinos ni dentro ni fuera de la Unión Americana.

Pero, a pesar de los polémicos temas políticos, muchos analistas señalan que las principales críticas a la gestión de Obama se localizan en la economía. El porcentaje de gente que vive en la pobreza en el país del norte creció de 13.2% a 15%, lo que se traduce en que casi 45 millones de pobres conviven en un país con más de 300 mil ricos. La tasa de desempleo en Estados Unidos crece del 5% en enero de 2008 al 7.3% en enero de 2009, cuando toma posesión Obama, y de ahí llega al 9.6% en octubre de este año, lo que quiere decir que durante la administración del presidente de “la esperanza americana” no sólo no se revirtió, sino que aumentó. Entre los principales grupos étnicos, la desocupación de los afroamericanos corresponde a la tasa más alta, con 15.7%, seguida de la de los hispanos con 12.6% y los anglosajones con 8.8%. El hombre que ganó diciendo “Sí se puede” hace dos años tiene ahora ¡más pobres y más desempleados!

Qué panorama tan distinto ofreció Brasil apenas unos días antes de la derrota de Obama, cuando Dilma Roussef, la candidata de Lula, gana en segunda vuelta con más del 56% de los votos, aventajando por más de 12 puntos a José Serra, su opositor. Contrario a Estados Unidos, en Brasil se espera el próximo año un crecimiento aproximado del 4.1%, según consideraciones del Fondo Monetario Internacional, lo que quiere decir que los dirigentes brasileños sí se preocupan por los bolsillos y situación social de sus ciudadanos-electores. Tal parece que ya se le olvidó a Obama lo que dijo Bill Clinton en su campaña: “It’s the economy, stupid” (“Es la economía, estúpido”).

Lo que esta paliza a Obama pone ahora en entredicho es su continuación en dos años en la presidencia, sobre todo cuando el rebote archiconservador republicano entra en su apogeo frente al esquema liberal apaleado.

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