The Babies of the Tea Party

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¿Qué consecuencias tendrá el Tea Party para el mundo? Es aún temprano para saberlo. No obstante, hay varias cosas que han quedado claras. Los miembros del Tea Party elegidos recientemente para el Congreso estadounidense tendrán mucha influencia, defienden ideas muy conservadoras y, al igual que todos los demás candidatos, durante la campaña electoral hablaron muy poco de temas internacionales.

Hay también algo que ya sabemos, que hasta ahora no se ha discutido y que tiene inmensas repercusiones internacionales: al Tea Party no le gusta la planificación familiar. Rand Paul, que acaba de ser elegido senador, ha criticado las políticas que intentan moderar el crecimiento demográfico. Según Paul, estas se deben a que “los gobiernos temen tener demasiada gente que respire; es decir, humanos”. Sarah Palin, la reina del Tea Party, rechaza cualquier tipo de educación sexual para adolescentes como no sean programas que promuevan la abstinencia hasta el matrimonio.

¿Qué tiene que ver esto con el resto del mundo? Pues que Estados Unidos es la principal fuente de financiación de programas de educación sexual, planificación familiar, salud reproductiva y contraceptivos en los países que más los necesitan. Y los nuevos congresistas republicanos ya anunciaron que quieren recortar los fondos para estos propósitos.

Pongamos todo esto en un contexto más amplio. En algún momento, en alguna parte, el año entrante nacerá un bebé muy simbólico: con su llegada, la población del planeta habrá alcanzado los 7.000 millones de habitantes. Algunos países se están despoblando y en otros hay una explosión demográfica. En Europa Oriental -incluyendo a Rusia-, la población caerá de 296 millones en el 2005 a 219 en el 2050. Por otro lado, el 60 por ciento de la humanidad vive en países con altas tasas de crecimiento demográfico. Elizabeth Leahy Madsen, una experta de Population Action International (una organización sin fines de lucro, que no acepta donaciones de gobiernos y cuyo directorio presido), calcula que 1.000 millones viven en países pobres. En estos, las mujeres tienen una media de cuatro hijos, lo cual determina que su población se duplique cada 35 años. Es allí donde se está produciendo un crecimiento demográfico vertiginoso. Citando datos de las Naciones Unidas, Leahy Madsen indica que si no se reducen las tasas de fertilidad, la población de los 49 países más pobres del mundo excederá a la de todos los desarrollados en aproximadamente 15 años. En Uganda, cada mujer tiene una media de seis hijos y en el 2009 el país generó tan solo 100.000 nuevos puestos de trabajo. Si no se bajan las actuales tasas, dentro de dos décadas la economía de Uganda deberá crear un millón y medio de nuevos empleos cada año. Esto sería un milagro. En cambio, de lo que no hay dudas es de que, a menos que se reduzca la actual tasa de fertilidad, dentro de 20 años Uganda producirá anualmente más de un millón de nuevos desempleados. Las consecuencias en términos de sufrimiento humano, pobreza, violencia o migración internacional son obvias y sobrecogedoras.

Y hay más. Cuando se interrumpe el acceso a los programas de salud reproductiva, educación sexual y anticonceptivos, el número de embarazos de adolescentes y los índices de mortalidad de las mujeres aumentan rápidamente. Todos los estudios demuestran que no hay inversión con mayor rendimiento social que la dedicada a prevenir el embarazo juvenil. Entre las madres adolescentes, la escolaridad es más baja, el desempleo más alto y el número de hijos es mayor. Esos niños, además, tienen peor salud y un peso y una talla inferiores al promedio.

Quizás lo más trágico de todo esto es que es perfectamente evitable. Pero no para el Tea Party.

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