Avoid Another Pearl Harbor By Any Means

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La imagen desde Corea del Sur de la isla Yangpyeong en llamas, atacada por sorpresa por la artillería norcoreana, recuerda de manera preocupante al bombardeo japonés sobre Pearl Harbor, cuyo hundimiento de la Flota del Pacífico causó la declaración de guerra de EU al imperio japonés y acabó tres años y medio después con el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.

Nadie en su sano juicio desea que esto vuelva a repetirse. El problema es que el “querido líder” norcoreano no está en su sano juicio y además tiene en su poder el botón nuclear que podría apretar quién sabe cuándo o por qué, desencadenando así un Segundo Holocausto Nuclear.

Por tanto, se tiene que imponer la cordura y los dos únicos actores en este conflicto que pueden hacerlo son Estados Unidos y China, ni siquiera vale ya el papel del Consejo de Seguridad. El ataque ha sido de tal gravedad (el primero del ejército norcoreano contra territorio surcoreano habitado por civiles) que el camino más corto es que el presidente Barack Obama y su homólogo chino, Hu Jintao, agarren el “teléfono rojo” y piensen la mejor manera de apagar juntos esta crisis, antes de consultar con el resto de potencias implicadas desde hace tiempo en la “cuestión coreana”, como son Japón y Rusia.

A estas alturas está claro que Pyongyang no le guarda el menor respeto a Washington (que lleva años en vano intentando que paralice su programa nuclear). Donde EU sí tiene margen de maniobra es en presionar a China para que ésta a su vez obligue a Corea del Norte a retomar la cordura y la senda de la negociación.

El régimen de Pyongyang depende de Pekín para subsistir, así que, la solución pasa por China. Si el gigante asiático realmente quiere demostrar al mundo que es una superpotencia con espíritu pacifista ahora tiene la oportunidad de demostrarlo.

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