PARA EL PROFESOR JAY ROSEN, EN Nueva York, desde el momento en que el gobierno de los Estados Unidos le declaró la guerra a Irak perdió su legitimidad y arrastró consigo, también, a toda la prensa que no pudo o no quiso advertir a tiempo sobre lo que en realidad estaba ocurriendo.
Es por ello que las fuentes de Wikileaks, en opinión de Rosen, prefieren pasarle su información al otrora hacker Julian Assange antes que entregárselas en cualquier garaje a un periodista. Confían más.
La explicación es sugestiva y tiene la virtud de que no entra en juicios de valor sobre si Wikileaks es bueno o malo. Por el contrario, hay un intento por tratar de entender qué es lo que es Wikileaks. Uno podría añadir a las especulaciones que Wikileaks, además de ser una organización sin Estado ni jurisdicción, que le rinde pleitesía a internet, cumple con una tarea que hoy por hoy puede ser considerada subversiva: les quita a los poderosos el monopolio sobre la memoria.
Piénsese por un momento, si no, en lo útil que le sería a Colombia que Wikileaks, o cualquier otra organización de su tipo, dedicara sus energías a revolucionar el cuidado y manejo de la información oficial. De cualquier manera, el comportamiento estatal no ha sido precisamente ejemplar en materia de archivos.
Sirva de ejemplo cómo fue declarado “archivo muerto” lo concerniente a la época de la Violencia y sus 300.000 víctimas, luego de lo cual llega la expedición de una resolución ordenando su quema, incluso con las fechas precisas de 1948-1958. O qué decir de los archivos que nunca se hicieron, por incompetencia o estrategia. De los que nunca es posible consultar porque rara vez los dejan ver, como es el caso de todo lo que tiene que ver con los militares. De los archivos sustraídos, como ocurrió en el caso reciente del DAS. Y de los que se manipulan con fines tácticos, para hablar de los computadores de Reyes.
La lista es más larga, pero el principio es el mismo.
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