Desde 1927, la revista estadounidense Time ha escogido de manera ininterrumpida su ‘Personaje del Año’. Dentro del pionero listado se cuentan desde Adolf Hitler, en 1938, hasta el papa Juan Pablo II, en 1994, así como el computador, en 1982, y el planeta Tierra, en 1988. El turno en este año fue para Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook.
Con 26 años de edad, Zuckerberg es la segunda personalidad más joven en recibir esa distinción, después del aviador Charles Lindbergh, con quien se inauguró la franquicia, hace 82 años. Los editores de Time sustentan su elección en el innegable impacto de las redes sociales, de las cuales Facebook es la más extendida. “Por crear un nuevo sistema de intercambio de información que ha llegado a ser indispensable y un poco miedoso”, escribe la revista.
Lanzada en febrero del 2004 como una red exclusiva para estudiantes de las universidades de la Liga de Hiedra, Facebook superó este año los 500 millones de usuarios. Esta página web no solo mapea las relaciones y conexiones sociales de casi una décima parte de la Humanidad, sino que ya las está transformando.
El meteórico ascenso de las redes sociales en la última década ha cambiado radicalmente los conceptos de privacidad, de creación de contenidos como las aplicaciones y hasta de ‘amistad’. Se estima que cada día 500.000 millones de pequeñas piezas de información son publicadas en las páginas de Facebook.
Las complementariedades entre plataformas, por ejemplo entre la red social y un celular con conexión a Internet, garantizan a los usuarios un acceso constante a sus perfiles y, con ellos, a sus contactos. Como arquitecto de la más popular red social, Zuckerberg está en el centro de estas transformaciones y representa un nuevo tipo de pionero digital para las generaciones nacidas en la era del Internet. Mientras Bill Gates tuvo que diseñar un sistema operativo como Windows, Zuckerberg trasladó su anuario de colegio a la red.
Junto al creador de Facebook, otra personalidad de Internet competía por el reconocimiento de Time. Se trata de Julian Assange, el fundador de la página de filtraciones WikiLeaks. El ‘alertador’ digital, quien de hecho ganó la votación popular por Internet de la revista, es la otra cara de los desafíos que a la privacidad está desatando la autopista de la información.
WikiLeaks es responsable por el ‘cablegate’, la filtración de más de 250.000 documentos clasificados del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Aunque este destape masivo de los intríngulis de la diplomacia de Washington -la mayor en toda la historia contemporánea- ya logró un efecto tangible en la política exterior de Obama, aún es pronto para visualizar sus efectos a mediano plazo.
Sin embargo, uno de los más evidentes es la revitalización de la prensa escrita como vehículo de legitimación de la información.
Assange escogió cinco diarios tradicionales y dejó en manos de sus editores la decisión de qué publicar. En otras palabras, el periodismo más establecido les aplica a los hackers las básicas reglas de este oficio informador. Ese sello de calidad de los editores fortalece la credibilidad de las filtraciones.
Facebook y WikiLeaks han sido protagonistas en este 2010 por razones que van más allá de la esfera tecnológica. Mientras la red social de Zuckerberg está cambiando la forma en que cientos de millones de personas se relacionan las unas con otras y redefiniendo la noción de lo ‘personal’, la página de filtraciones de Assange se constituyó este año en la precursora de un novedoso canal de transparencia en la política global: los ‘alertadores digitales’.
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