WikiLeaksEl cablegate de WikiLeaks es un parteaguas en la historia. Los ciudadanos del mundo, siempre analizados y espiados por los gobiernos democráticos o autoritarios, ahora podemos ver al desnudo todas esas comunicaciones del país más poderoso del planeta; sus análisis, sus métodos, su forma de ejercer el poder.
MARTíN RODRíGUEZ
Lo antiético en esta historia no es el equipo de WikiLeaks y Julian Assange, como dice Washington y repiten algunos colegas, sino prácticas estadounidenses como ordenar espiar al secretario general de la ONU, presionar a favor de transgénicos, registrar a candidatos paraguayos o acallar a periodistas como Assange. Ahora lo convierten en un violador, y Biden lo acusa de terrorista. ¿Qué diferencia hay entre esto y cuando China o Rusia acusan de “terroristas” a sus ciudadanos o periodistas que piden más democracia y más transparencia?
Lo que hace WikiLeaks es contarnos a los ciudadanos secretos que sabe el Gobierno de EE. UU. y nos los esconde. Cuando entendemos cómo funciona el poder, estamos mejor preparados para sobrevivirlo, para influir, para administrarlo, para convivir con él. Esto, al final de cuentas, logra lo que EE. UU. intenta en ocasiones: empoderar a los ciudadanos frente a los gobiernos.
Un paréntesis. Me pareció balanceado el análisis del consejero Blakeney sobre Sandra Torres, aunque le faltaron algunos puntos sobre sus amigos oscuros y sus enemigos. También el comentario del embajador McFarland para describir al país.
De vuelta, muchos nos acostumbramos a la idea de vivir con privacidad restringida. Celulares pinchados, emails que pueden ser leídos por más gente que los destinatarios, cámaras que pueden ver con quién platica uno en la calle, micrófonos escondidos… el poder sin límites éticos. Por eso no me parece un escándalo WikiLeaks, sino una reivindicación ciudadana. Es periodismo puro: revelar secretos para que los sepa la opinión pública.
Ojalá tuviéramos los cables de los golpes de Estado o los experimentos con humanos que hizo EE. UU. aquí. O lo que hizo para presionar para acelerar o retrasar el proceso de democratización y los que hace para promover derechos humanos. O saber quiénes son mafiosos y perdieron la visa. O que podamos comprender mejor cómo funciona el poder real en nuestro país.
Assange, en una entrevista en El País, describe cómo funciona el poder en este momento de acoso. “No quiero decir que haya una cadena de órdenes desde Hillary Clinton hasta llegar a un periodista que trabaja en The Guardian; eso es ridículo, las cosas no funcionan así en el mundo real, que es mucho más interesante y sutil. El poder crea un ambiente en el que los individuos chupan de lo que perciben que quiere el poder”.
“En cada organización puede haber instrucciones directas, pero cada individuo y grupo actúa como cree que maximiza sus propios intereses. Carreras ambiciosas, fama, mantener y crear alianzas, hacer favores a amigos, parientes o partidarios… hacer las cosas por el miedo, sin que te las hayan pedido”. Nos caería bien a los guatemaltecos leer de nuevo esto y reflexionar sobre cómo actuamos. ¿No les parece?
PS. El alcalde Vivar y ultraconservadores antigüeños continúan con la campaña para quitarnos Antigua. Ahora no podremos celebrar el año nuevo bajo el arco, “por riesgo de estampidas”. A las 10, todos a dormir, como si tuviéramos 12 años en el siglo XIX o hubiera toque de queda, como en otras partes del país. ¿Qué pasará por la cabeza de quienes lo decidieron y quienes lo apoyan? Vea www.MartinRodriguezPellecer.com
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