A Step Forward, Excuse Me, for Obama

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La firma del tratado Start 2 prueba que el presidente, en medio de sus enormes dificultades, consigue avanzar

NO tratamos de provocar a los críticos airados de la derecha-derecha sino de volver a la realidad. Barack Obama ha sufrido, hace dos meses, una dura advertencia electoral. Los resultados del 2 de noviembre echaron por tierra buena parte de su programa. Pero otra queda en pie y posiblemente se mantendrá, quizá durante mucho tiempo. Si consideráramos tan solo dos grandes avances de Obama, la Reforma Sanitaria y el Tratado sobre Reducción de Armas Nucleares, hubiera valido la pena, con mucho, su elección en noviembre de 2008. América es como es, varia y en parte agresivamente conservadora. Pero solo en parte: veremos qué ocurre en la elección de noviembre de 2012. Nada, ni mucho menos, está decidido. El tratado sobre armas nucleares, ratificado en el Senado por 71 votos contra 26.

En el nuevo tratado entre Rusia y Estados Unidos, Obama y Putin-Medvedev han dado otro paso. En cifras, es un avance modesto: pero el proceso desnuclearizador es continuo, sean republicanas o demócratas las administraciones americanas, sean lo que fueren las ex soviéticas. Dos círculos permanentes trabajan desde tiempos de Mijail Gorbachov y George H. W. Bush. En esos 20 años se han logrado reducir las armas de los dos Estados más poderosos en armamento nuclear: desde 10.563, Estados Unidos, y 10.271, Rusia, hasta su máximo actual, de 1.550 cabezas atómicas cada uno. Rusos y americanos podrán desplegar un máximo de 700 sistemas de lanzamiento: submarinos, bombarderos, rampas. Y lo que es más importante, desde diciembre de 2010, fecha en que expiraba el Start 1, el Start 2 establece un nuevo sistema de inspecciones.

Dejemos aparte los costes: solo para modernizar los sistemas de mantenimiento, el presidente Obama podrá comprometer 8.500 millones de dólares anuales durante los próximos 10 años en este solo capítulo (el presupuesto español de Defensa asciende en su totalidad a 13.000 millones de dólares año). Se ha dicho que la fuerza nuclear era el único medio con que los dirigentes rusos podían hablar de tú a tú a sus iguales americanos. Pero no es una mercancía cualquiera: no se trata de los aranceles del algodón de Alabama ni de la exportación de samovares rusos a París. Y a propósito de París: cómo harán los futuros líderes franceses si Estados Unidos, China, Rusia, India desencadenaran una presión sostenida contra el arma atómica? Es fácil defender a la force de frappe, pero imposible, o casi imposible, resistir la amenaza de cuatro grandes potencias los frentes tecnológico, financiero o comercial.

¿No se harían inviables los enfrentamientos nacidos en torno a 1950 si esos cuatro grandes forzaran la liquidación de los arsenales, actuales o futuros, de Israel, Paquistán o Irán?

La disuasión nuclear ha pesado sobre la conciencia de los pueblos como una brutal coacción, en la que se ha mezclado el refinamiento tecnológico con el peor salvajismo. Esa hacha levantada cortaba la respiración de las gentes en cuanto se paraban a pensar. La sombra de Hiroshima estaba ahí. Un mundo sin armas nucleares es difícil: la superioridad americana en armas convencionales es tan abrumadora que actúa como un freno. Pero las crisis sirven para abrir caminos que derriban gigantescos muros: sanidad universal, moneda común, vacuna anti sida… Esperanzas alcanzables. Unos han tirado del carro más que otros. Y Barack Obama ha tirado, vaya si ha tirado.

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