The Offensive Atheist in the United States

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Tengo un íntimo amigo que tiene la desgracia de que sus creencias sobre lo trascendente oscilan entre el agnosticismo y el ateísmo militante –creo que más cerca de lo segundo que de lo primero. Este año, por Navidad, ha viajado a Estados Unidos para ver a sus nietos y cada vez que hablábamos por teléfono me repetía con la sorna del que sabe que molesta con lo que afirma: “Como dicen por aquí, felices vacaciones”.

Su visita norteamericana ha coincidido con una nueva campaña ateísta en Washington, Nueva York, Los Ángeles, Las Vegas Chicago y otros lugares en los que los autobuses llevan publicidad con el lema “No god? No problem!”. Que es, obviamente, una continuación de las campañas del “bus ateo” que vivimos en España no hace mucho. Aquí, como somos un poco más zotes, era necesario hacer carteles con lemas mucho más largos: “Probablemente dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta la vida”. Lo que los norteamericanos resumen en cuatro palabras, los españoles decimos, con el mismo sentido en 11. Casi el triple.

Muchas veces pienso que muchos ateos se toman a Cristo bastante más en serio que un alto porcentaje de los cristianos que están encantados de declararse como tales aunque en realidad lo son más nominalmente que en la práctica.

Lo cierto es que como muy bien ha sostenido el gran Paul Johnson, es mucho más difícil demostrar la inexistencia de Dios que su existencia. Pero algunos son felices de pensar que mientras nosotros tenemos a Dios y los judíos tienen a los profetas, ellos tienen a Bono –el cantante, claro. Porque ya se sabe lo que sostiene la sabiduría popular: que el político español de ese nombre es un católico que se diferencia de sus hermanos en la fe en que mientras la mayoría de ellos cree mucho en Dios pero va poco a Misa, el Bono español cree muy poco en Dios, pero va mucho a Misa.

Como muy bien ha dicho el gran Taki en el número extra de Navidad de The Spectator, “una Navidad sin Dios me parece una ocasión muy triste y mórbida. Para los ateos que se pavonean es un momento muy difícil. Y va a peor. La guerra contra la Navidad ha fracasado: las tiendas, los colegios y los lugares públicos han dicho ‘¡basta!’ a los matones secularistas. Los árboles de Navidad son de nuevo árboles de Navidad y no árboles de vacaciones. Y se puede desear a alguien feliz Navidad sin ser considerado anti semita ni fanático”. Pues es probable que precisamente por ese paso adelante que ha dado Estados Unidos en la recuperación del sentido de la Navidad, llegue allí ahora la ofensiva secularista del bus ateo. Que les vaya bonito.

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