Bears Eluding Hunters

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Es difícil contener la euforia de las victorias. Tanto como la depresión de las derrotas. Por más que la prudencia aconseje moderarse, hay circunstancias en las que se hace imposible frenar el acelerador psicológico. Sobre todo cuando los éxitos se han hecho esperar o el obstáculo a saltar parecía infranqueable. Le sucedió a Obama con su victoria de noviembre de 2008, sin duda histórica para un país como Estados Unidos, marcado por su pasado esclavista y por la discriminación racial hasta hace apenas 50 años. Y les puede suceder ahora a los republicanos, mayoritarios de nuevo en la Cámara de Representantes y dispuestos a pelear con el presidente por cada palmo de territorio político.

Lo cierto es que ni la elección de Obama supuso un cambio de ciclo a favor de los demócratas, destinado a instalar su hegemonía durante varias décadas; ni tampoco la derrota demócrata de noviembre pasado garantiza que Obama morderá el polvo en noviembre de 2012 y será un presidente de un solo mandato. De hecho, entre las elecciones de mitad de mandato que dieron a los republicanos la mayoría en la cámara de representantes y la instalación esta semana de los nuevos congresistas del 112 Congreso, justo en los días en que muchos ya empezaban a especular con el valor de su piel, Obama ha conseguido avanzar sus peones en tres tableros políticos tan variados como significativos.

En primer lugar, ha firmado la legislación que permite a los homosexuales identificarse como tales dentro del ejército, en un gesto que la comunidad gay interpreta como un avance histórico en los derechos civiles. En segundo lugar, ha conseguido que el Senado ratificara el nuevo tratado START de reducción de misiles nucleares con Rusia, pieza clave de su política exterior que le permite mantener la idea de un mundo sin armas nucleares. Y en tercer lugar, ha negociado un paquete de 858 millones de dólares en exenciones fiscales, prórrogas al seguro de paro de hasta 99 semanas y exenciones de cotizaciones a la seguridad social, que significa su segundo estímulo masivo para el crecimiento, según el columnista conservador del Washington Post Charles Krauthammer.

Así ha terminado el primer bienio de Obama, cuando empieza con mayor encono el segundo, en el que se jugará la reelección. Bill Clinton la obtuvo después de pasar por una situación análoga. Los republicanos irán a por todas. No dejarán ni un cajón por escudriñar. No le darán ni agua en las votaciones presupuestarias. ¿Conseguirán su objetivo? No hay ni se atisban candidatos republicanos para batir a Obama. Todo huele a crecimiento y quizá a creación de empleo. Pero no bastarán estas ventajas, todavía hipotéticas. Si Obama quiere escapar de los tramperos republicanos, el oso deberá demostrar de nuevo su capacidad para reinventar la presidencia.

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