New Winds in Washington

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En los últimos dos años, el gobierno del presidente Barack Obama ha logrado mantener su política hacia Latinoamérica fuera de los titulares, concentrando todas sus energías en Irak, Afganistán y otros sitios calientes del mundo. Pero eso está a punto de cambiar.

En los círculos políticos de Washington D.C hay consenso con respecto a que el nuevo Congreso que asumió a principios de este mes tras la victoria republicana en las elecciones legislativas de noviembre del 2010 presionará a la administración Obama para que asuma una postura más dura respecto de los regímenes autoritarios de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Cuba.

Los comités parlamentarios clave han cambiado de mano, y ahora están conducidos por halcones de la política exterior estadounidense que critican a Obama por supuestamente ser demasiado blando con el presidente venezolano Hugo Chávez y sus aliados.

En una entrevista realizada la semana pasada, la nueva presidenta del poderoso Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, la congresista republicana Ileana Ros-Lehtinen, de Miami, me dijo que los subcomités del Congreso harán audiencias e investigaciones sobre temas como la ayuda de Chávez a grupos terroristas, y el apoyo venezolano al programa secreto de armas nucleares de Irán.

“Va a ser bueno que los subcomités hablen de Chávez, de (el presidente de Bolivia) Evo Morales, y otros temas de los que no se ha hablado”, me dijo Ros-Lehtinen. “Vamos a discutir todos esos temas”.

Ros-Lehtinen, que tiene programado un viaje a Brasil, Argentina, Colombia y Honduras en marzo, dijo que el subcomité de asuntos latinoamericanos de la Cámara probablemente celebre audiencias para determinar si se debe incluir a Venezuela en la lista de “países terroristas” del Departamento de Estado.

El nuevo presidente del subcomité, el congresista republicano Connie Mack, también de la Florida, respalda la idea.

Ros-Lehtinen sugirió que ella no la apoya, por motivos prácticos.

También es probable que la Cámara celebre audiencias para estudiar si conviene imponer sanciones económicas al monopolio petrolero venezolano, PDSVA, y a los bancos de Venezuela, agregó.

¿Pero no le dará todo esto argumentos a Chávez para presentarse como una víctima del “imperio” estadounidense?, le pregunté.

“Estados Unidos debe tener sus principios. Es muy lindo pensar que podemos ser amigos de todo el mundo, pero si somos amigos de todo el mundo no tenemos principios”, respondió. Y agregó que Chávez y sus aliados de todas maneras acusarán a Estados Unidos de cualquier cosa, independientemente de lo que haga Washington.

Ros-Lehtinen no será la única nueva líder de un poderoso comité del Congreso que exigirá una postura más dura respecto a Venezuela. Los nuevos presidentes republicanos del Comité de Inteligencia y del Comité Judicial de la Cámara también presionarán para que se investiguen los vínculos de Venezuela con Irán y el terrorismo, según especulan los analistas de asuntos exteriores republicanos.

“Van a empezar a hacer preguntas, y eso va a hacer una diferencia”, dice Roger Noriega, un republicano conservador que fue director de asuntos latinoamericanos del Departamento de Estado durante el gobierno de George W. Bush. “Le exigirán explicaciones a la administración, y eso tendrá consecuencias”.

Los partidarios de Obama admiten que es probable que el nuevo Congreso infl uya sobre la política hacia Latinoamérica de la administración, pero advierten que será una infl uencia negativa.

Mi opinión: Temo que la retórica extrema procedente de algunos sectores del Congreso estadounidense sobre Venezuela le hará el juego a Chávez y sus aliados. Le ayudarán al presidente narcisista- leninista de Venezuela a presentarse como una víctima, y a culpar a Washington del desastre económico y la represión política en su país.

La buena noticia es que Ros Lehtinen me dio la impresión de hablar con mayor altura –y moderación- desde su designación a su nuevo cargo, no solo en cuanto a Venezuela sino también con respecto a la ayuda externa y otros temas latinoamericanos. Además, el Senado, que sigue estando controlado por los demócratas, probablemente logre detener las iniciativas más extremas provenientes de la Cámara.

Pase lo que pase, en Washington habrá mucho más ruido sobre temas latinoamericanos de lo que hemos escuchado en estos últimos dos años.

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