Durante el siglo pasado, Estados Unidos fue el país que dio más empleos legales e ilegales a trabajadores de todo el mundo. La mayoría de migrantes ven en Estados Unidos la opción más viable para encontrar un empleo o empezar una empresa. Actualmente, según datos de la Oficina de Censos, viven en ese país más de 46 millones de inmigrantes de raíces hispanas, de los cuales 30 millones son de origen mexicano.
En los países latinoamericanos existen extensos artículos o capítulos en sus constituciones para proteger a los trabajadores, mientras que la Constitución de EUA no dedica una sola letra a su protección. Un entorno laboral flexible incrementa la demanda de trabajadores y eleva los salarios en Estados Unidos, muy por arriba de los países de Iberoamérica, a tal grado que muchos latinos ganan en una hora en la Unión Americana lo que en sus países reciben en un día o una semana.
En uno de los indicadores más importantes del Banco Mundial, el índice de rigidez laboral, aparece Estados Unidos como el país con mayor flexibilidad laboral del mundo. Ahí existe la mayor facilidad para contratar, despedir y pagar por hora o trabajo determinado. No hay ninguna ley en la Constitución o en la Legislación Federal que obligue a los empleadores a liquidaciones ni crecen cada año por ley los costos laborales de las empresas.
En tanto en EUA esa flexibilidad laboral es la principal causa de la creación de empleos, en México, la principal razón por la que no se han creado empleos suficientes para todos los mexicanos y millones tienen que migrar legal o ilegalmente a Estados Unidos es la rigidez de la legislación laboral que, ajena a la productividad del trabajador, aumenta los costos de la mano de obra sólo por el paso del tiempo.
Ojalá nuestros legisladores se den cuenta de que no necesitamos más leyes para proteger a los trabajadores, sino más empleos, que sólo se podrán crear si flexibilizamos nuestra costosa, obsoleta y anticompetitiva ley laboral.
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