The Haitian Mirror

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El espejo de Haití         

Estados Unidos ha incurrido en otra unilateral intervención en los asuntos internos de Haití al advertir que  el ex presidente Jean Bertrand Aristide no

debe retornar a su país antes de los comicios presidenciales fijados para el 20  de marzo.

Washington considera que el regreso del  ex presidente constitucional podría alterar la calma  y resultaría en una distracción desafortunada para el pueblo

de Haití, pero  tan singulares criterios no fueron aplicados para vedar el retorno del ex dictador Jean Claude Duvalier.

    Aristide fue desalojado  del poder  en  abril de 2004, por un golpe de Estado, con la anuencia  del Departamento de Estado, y exiliado en Sudáfrica, 

desde donde ahora anunció su intención de retornar a Puerto Príncipe amparado en un pasaporte diplomático que le expidió el Gobierno haitiano.

Resulta un contrasentido que  Estados Unidos considere  que el retorno de Aristide   distraería a  votantes  molestos por la pobreza, sin  considerar que 

la presencia de Baby Doc, a quien se investiga por  la distracción de miles de millones de dólares, irrita a  la población marginada.

Preciso es señalar que Washington  no carece de derecho o autoridad para  impedir  el retorno a su país de Aristide, Duvalier o de cualquier ciudadano haitiano,

no sin que esa  acción sea considerada una burda intromisión imperial.

La  secretaria  Hillary Clinton viajó por unas horas a Puerto Príncipe para  exigir la renuncia del candidato  que según el Consejo Electoral Haitiano había 

alcanzado la segunda mayor votación en las elecciones presidenciales de noviembre, en un acto de imposición  diplomática y política que recuerda los aciagos

tiempos de la guerra fría.

Esta vez, el Departamento de Estado anuncia su oposición a que un ciudadano haitiano retorne  a su  país, bajo el pretexto de que  “distrae a los votantes”

o de que “alteraría la calma”.

Demostrado está que  el papel en Haití de Naciones Unidas (ONU) y de la Organización de Estados Americanos (ONU) es menos que simbólico, porque Washington

decide  por su cuenta el curso de la mascarada electoral,  apadrina el regreso de un dictador e impide  el retorno de un ex presidente constitucional.

América Latina debería  reflejarse en el  espejo de Haití y recordar la expresión aquella de que hoy por ti, mañana por mí.

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