Primero: la secretaria de Seguridad Interior de Estados Unidos, “como lo hizo hace semana y media en El Paso, Texas… advirtió de nuevo a los cárteles en México: ‘No traigan esa guerra a EU… y si eso ocurre, reiteró, responderemos muy, muy vigorosamente… Estamos conscientes de la cantidad de violencia en México, el número de muertes asociadas con esa violencia… tenemos a individuos en México trabajando sobre estos temas… estamos muy vigilantes acerca de que esa guerra sea llevada a través de la frontera a Estados Unidos’”.
Segundo: el subsecretario del ejército de EU, Joseph Westphal declaró el martes: “Como saben, hay una forma de insurgencia en México con los cárteles del narcotráfico, justo en nuestra frontera, y creo que esto es más una opinión personal, pero ciertamente la he compartido con la gente de la Casa Blanca… esto es potencialmente que tomen el control del gobierno individuos que son corruptos… Lo que nunca quiero es estar en una situación en la que tengamos que enviar soldados en activo o reservistas para pelear contra la insurgencia en la frontera…”.
Y, tercero, el miércoles, cuando el subsecretario había sido obligado a retractarse, no por una autoridad diplomática sino por el propio ejército y Departamento de Defensa, volvió Janet Napolitano, mas ahora la secretaria de Seguridad Interior hizo que las banderillas anteriores se clavaran más en el morrillo de las relaciones exteriores de México, al responder, en audiencia “abierta” del Comité de Seguridad Interna de la Cámara de Representantes: “Durante un tiempo hemos pensado qué podría ocurrir en caso de una hipotética alianza de Al-Qaeda con Los Zetas: “EU ha tomado las previsiones para enfrentarla…”. Agregó que no diría más en una audiencia abierta; “mejor lo dejaré hasta ahí”.
No hay que asombrarse ni desconcertarse, como le sucedió a la titular de Relaciones Exteriores, menos acudir —fue el caso de Segob—, a la fraseología guerrera de Felipe, para responder a las acciones intervencionistas del subsecretario, y tampoco pasar por alto los énfasis de Napolitano sobre el vigor con que EU responderá —¿dónde?, ¿cuándo?— si se lleva esta guerra a EU; y con mayor atención es indispensable calibrar el porqué de la decisión de la propia Napolitano de no explicitar las “previsiones” que EU “ha tomado para enfrentar una alianza entre zetas y Al-Qaeda”.
Es completamente insuficiente una nota diplomática, un extrañamiento al ejército estadounidense o, incluso, una reclamación al Estado “del otro lado”. Estamos ante una posición intervencionista, de esas que son expresión del destino manifiesto, pero ésta argumentada con el peligro del surgimiento de un gobierno terrorista en la misma frontera estadounidense con México.
¿Por qué y en razón de qué se formula hoy y en boca de un alto funcionario del ejército estadounidense, el planteamiento de la posibilidad de enviar soldados “a pelear contra la insurgencia en la frontera”? ¿Por qué y en razón de qué hechos se toman “previsiones” para enfrentar una alianza de zetas y Al-Qaeda sobre cuya posibilidad nada sabe el Estado mexicano? ¿Cuál es la razón de que la secretaria de Seguridad Interior de Estados Unidos considera que no debe revelar tales “previsiones”, cuando se trata precisamente de medidas militares según el subsecretario del ejército estadounidense?
Estas cuestiones deben abordarse en una discusión entre las dos naciones, al más alto nivel y con la más completa apertura ante nuestro pueblo. El destino del país está en juego.
Se trata de un debate que podría proponer, y en los hechos iniciar nuestra compañera Carmen Aristegui, después de que vuelva al radio, previo retiro del comunicado con el que la empresa la acusó de transgredir un código de ética que nadie conoce y que, por lo visto, no tiene méritos por cuanto al respeto a la libertad de expresión se refiere.
Se trata de un debate en defensa de la independencia de México, por la cual ha librado ejemplares jornadas Carmen Aristegui; un debate que permitirá desnudar la hipocresía que constituye la médula del “destino manifiesto”.
Te saludamos, Carmen, en esta nueva batalla, que me hace recordar la que libramos el 14 de enero de 2008, en lucha contra otro intento de acallar tu voz, entonces por W Radio.
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