Does the U.S. Need a High-Speed Train Network?

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Desde su investidura, uno de los leitmotiv de la presidencia Obama ha sido la necesidad de invertir en educación e infraestructuras para no perder el tren de la competición económica con los nuevos países emergentes. Esta visión se ha plasmado en una apuesta por las energías renovables, la expansión de la fibra óptica, y también la construcción de una red potente de trenes de alta velocidad (más conocidos en España como AVE). Sin embargo, cada vez crecen más la dudas en EEUU sobre el retorno para la sociedad de este último proyecto.

En su discurso del Estado de la Unión, Obama marcó como meta que en un plazo de 25 años el 80% de la población de EEUU pueda tener acceso cerca de casa a una estación de tren de alta velocidad. En el presupuesto para el 2012 presentado por el presidente esta misma semana, se dedican 53.000 millones de dólares a co-financiar la construcción de redes de alta velocidad.

No obstante, los republicanos, que ahora cuentan con la mayoría en la Cámara de Representantes, ya han anunciado que no piensan dar luz verde a esta partida de gasto. Cuando Obama habla de “invertir”, ellos más bien oyen “despilfarrar”. Y al menos en la cuestión del AVE, pueden tener razón.

El gobernador de Florida, Rick Scott, rechazó el miércoles los 2.400 millones de dólares en subvenciones del gobierno federal para construir una línea de alta velocidad entre el aeropuerto de Orlando, y la ciudad de Tampa. Con toda la razón, Scott argumenta que no existe un mercado suficiente para sustentar los enormes gastos que requiere no sólo la construcción, sino también el mantenimiento de la línea. Es decir, que recibir la subvención era pan para hoy en forma de centenares de trabajos, pero deudas para mañana.

Como apunta en un estudio el Banco Mundial, el tren de alta velocidad sólo tiene sentido en regiones con una alta densidad de población, pues puede servir para descongestionar el tráfico entre grandes ciudades que están a una distancia media. Aplicado a EEUU, ello significaría que sólo es rentable en la Costa Este, para conectar a Boston con Washington vía Nueva York. O como mucho, quizás también en la Costa Oeste para ligar San Francisco con San Diego vía Los Ángeles, un proyecto ya en marcha.

De todas formas, antes de lanzarse a este tipo de proyectos faraónicos que requieren la construcción de nuevos itinerarios con anchos de vía diferente, habría que realizar un análisis serio coste-beneficio para determinar si no sería más rentable invertir en mejorar las líneas actuales para que los trenes alcanzaran una mayor velocidad. Ciertamente, el AVE es una medio más “verde” que el coche o el avión, y hay que integrar esa realidad en los estudios, pero su elevadísimo coste económico no se puede obviar.

En este sentido, el ejemplo del caso español no debería precisamente animar a los políticos estadounidense. Los gobiernos, tanto del PSOE como del PP, se gastaron un dineral mientras la economía florecía gracias a la burbuja inmobiliaria en el AVE, y viendo cómo está la economía española, no parece que realmente haya servido para posicionar a España en una buena situación para competir en el mercado global.

Quizás habría sido más productivo invertir esos miles de millones en educación, o en I+D, y ahora la economía española tendría una estructura más saludable y sostenible. Fue una pena que, en su momento, la oposición se sumara alegremente a la fiesta del “AVE para todos”, en lugar de abrir un debate amplio sobre el coste del proyecto. Esto es precisamente lo que hace el Partido Republicano, y a buen seguro, que llevará a una mejor toma de decisiones.

Por cierto, que nadie espere que el ministro Pepe Blanco cuente esta historia a su homólogo estadounidense, Ray Lahood, en sus reuniones. Las empresas españolas, algunas punteras en la tecnología AVE, harían un verdadero negocio si salen adelante los planes de Obama, por lo que en este asunto, Blanco sí está haciendo bien su trabajo de lobby. Habrá que ver si consigue engatusar a Lahood para que las empresas españolas en este sector construyan una red como la del AVE en EEUU.

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