Bolivia and Wisconsin

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Bolivia y Wisconsin

Ambos comparten la preocupación que debe tener todo gobierno­ nacional o estadal­ sobre el sano balance entre los ingresos y los gastos para mantener la inflación bajo control y evitarle a los ciudadanos la carga creciente de la deuda pública

¿Qué tienen en común Bolivia y Wisconsin? Aparte de estar en el mismo continente, aunque en los extremos opuestos del espectro político, comparten la preocupación que debe tener todo gobierno­ nacional o estadal­ sobre el sano balance entre los ingresos y los gastos para mantener la inflación bajo control y evitarle a los ciudadanos la carga creciente de la deuda pública. A Evo Morales esto le ha costado una gran reducción de popularidad y un estado de agitación nacional que no ha cesado en dos meses.

En Wisconsin el gobierno local quiere eliminar la posibilidad de que los sindicatos de empleados de gobierno puedan negociar contratos colectivos. Algo parecido a lo que sucede en Venezuela, pero presentado de otra manera.

Porque así como en materia económica no existe en la realidad el mercado perfecto, donde nadie tiene el tamaño suficiente como para afectar los precios de un producto por sí mismo, por ejemplo, y sí existen oligopolios y empresas enormes ­o países­ que pueden imponer sus condiciones; en materia política pasa igual y hay ciudadanos que son más iguales que otros.

Sobre todo los grupos que pueden tener acceso a porciones del presupuesto público fuera de proporción con su tamaño o su aporte en materia de servicios. La (buena) política tiene que ver con hacer lo mejor posible con esas imperfecciones en beneficio de las mayorías, a pesar de los grupos de presión, y por eso el poder político necesita contrapesos.

El caso es que al igual que en Irlanda, donde el partido esencial de ese país ha quedado reducido a su mínima expresión porque los votantes suponen que sus problemas económicos desaparecen así, en Bolivia la gente no está contenta con la manera como el gobierno reparte lo poco que tiene y cada quién quiere más sin pagar más por ello. En este caso por la gasolina, que le daría mayores ingresos al gobierno para poder operar; en su lugar los empleados desean pasar de un salario mínimo de $80 a más de $1.000.

Sin importar mucho de dónde sale. En Wisconsin el déficit fiscal es de $3.600MM, y el de Bolivia de $2.000MM, y no hay forma de eliminarlo sanamente sin aumentar los ingresos y reducir los gastos: para lo cual se requiere de consenso.

Los sindicatos son los blancos de las políticas de Wisconsin, Bolivia y de Venezuela; pero sólo en EEUU lo dicen directamente. Aquí, de facto y sin decretarlo, se congeló la discusión de contratos: izquierda y derecha unidas.

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