The Temptation to Intervene

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No por mucho repetirlo deja de ser verdad: se sabe cómo empiezan las guerras, pero no se sabe cómo terminarán. La crisis política y militar libia difiere de las de sus vecinos Egipto y Túnez. En estos países la lucha por mejores condiciones de vida y libertades democráticas abarcó a vastos sectores sociales. Los gobernantes de estos dos países fueron depuestos por olas de protestas populares desde todos los rincones del territorio nacional. En el caso libio también está presente la fatiga luego de más de cuatro décadas de dictadura de Muamar Gadafi. Pero, a diferencia de sus vecinos, hay un componente regional y tribal que hace temer un conflicto prolongado. O incluso una guerra civil en la cual ninguno de los bandos es capaz de imponerse, al menos por un buen tiempo.

Estados Unidos y Gran Bretaña han tomado la delantera en levantar el espectro de una intervención militar en el país árabe. Lo hacen argumentando la necesidad humanitaria de proteger a las fuerzas que se han alzado contra el régimen. Las metrópolis occidentales saben que es un gran riesgo político desembarcar tropas. Pero a la vez tiene plena confianza en que hay un plano militar en el cual son imbatibles y los riesgos mínimos: en el aire. Por ello han echado a rodar la idea de imponer una zona de “exclusión aérea”. Dicho en términos directos se trata de impedir toda operación de la fuerza aérea oficialista. Los riesgos de semejante operación son altos. No sólo será necesario derribar los aviones que desafíen la imposición. Es probable que deban silenciar las baterías de misiles antiaéreos. El impacto político de la presencia de aviones occidentales sobre los cielos de Libia y sus eventuales ataques puede ser enorme. En primer lugar pueden provocar un estallido de sentimientos nacionalistas que favorezcan al régimen. Y, en la misma medida, pueden restar legitimidad a los opositores que ya controlan buena parte del territorio. Las amargas memorias de tiempos coloniales volverán a penar. Peor aún, la población libia -como el resto del mundo árabe- ha visto la futilidad y efectos negativos de la intervención de Washington y Londres en Irak. Si los rebeldes son asociados con potencias extranjeras, las acusaciones de Gadafi relativas a las ambiciones imperiales sobre su país cobrarán fuerza.

El mundo ha visto grandes masacres como la ocurrida en Ruanda, la República Democrática del Congo y otros países africanos. Ellas ocurrieron ante la pasividad de la comunidad internacional que no se sintió compelida a intervenir para salvar cientos de miles de vidas inocentes. Libia, en cambio, es un importante exportador de petróleo y gas.

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