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Cuando hace menos de tres años Barack Obama hacía campaña para presidente, Carlos Fresneda y yo recorrimos la legendaria Ruta 66, de Chicago a Los Ángeles, tomándole el pulso político a la nación. En Clinton, Oklahoma, conocimos a Hilary, quien vendía fuegos artificiales para recaudar fondos para su iglesia. Nos dejó claro que ella no iba a votar por Obama. ¿Votaría Demócrata si hubiera ganado Hillary Clinton las primarias? “Tampoco, el trabajo de presidente es demasiado complicado para una mujer”, dijo tajante. No sabemos si a Hilary se le quitaron las ganas de votar, después de que Sarah Palin fuera elegida por John McCain como candidata a vicepresidente.

Si Hilary hubiera vivido hace 100 años no hubiera tenido la preocupación de que una mujer pudiese ser presidente. Tampoco podría haber votado. Quizás hubiera celebrado el primer día de la mujer. Pocos días después habría podido oír hablar del incendio en el “sweatshop” de la Triangle Shirtwaist Factory de Nueva York, donde fallecieron 156 trabajadores, en su gran mayoría mujeres de entre 16 y 25 años. Muchas de ellas prefirieron morir saltando desde el noveno piso antes de morir quemadas en las llamas.

Desde entonces se han roto muchos techos de cristal que han beneficiado a Hilary y a muchas otras mujeres. Digamos que la caja invisible masculina que intenta frenar el ímpetu femenino es ahora más grande. Aún así, queda mucho camino por recorrer, y no sólo en países tercermundistas, sino también en EEUU, donde el sueldo medio de una mujer es un 75% del de un hombre.

Desde que el republicano John Boehner ocupa el puesto de Portavoz del Congreso, los hombres han ganado capacidad de expresión, infiltrándose quizás en su lado femenino, y ahora pueden llorar en público. Gracias, Boehner. Desafortunadamente, en su afán por cambiar el mundo por lo que ellos/as ven como una sociedad mejor, el partido de Abraham Lincoln puede acabar dándole marcha atrás al reloj de los progresos feministas. Estados Unidos ha hecho mucho por los derechos de las mujeres; algunos políticos parecen pensar que hasta ha hecho demasiado.

Primero intentaron fallidamente cambiar la definición legal de violación a nivel federal. Con la excusa de ahorrar dinero, sólo las violaciones por la fuerza hubieran contado como violaciones . Ya el año pasado, Bobby Franklin, congresista del estado de Georgia, presentó un proyecto de ley que hubiera hecho que una “víctima” de violación fuera llamada “acusadora” de violación. Dirán algunos que tiene sentido; seguramente los mismos que nunca han sido víctimas de una violación y no saben lo difícil que puede ser simplemente el admitir ser víctima. Se calcula que sólo una de cada dieciséis violaciones acaba con el violador entre rejas porque muchas “víctimas” temen represalias y ni siquiera se convierten en “acusadores/as”.

Si una mujer violada quiere tener un aborto, lo tendrá más difícil cortesía del presupuesto republicano, que prohíbe que los fondos del estado vayan a la agencia de control de natalidad, Planned Parenthood, siempre que esta realice aborto alguno. En la actualidad los abortos representan el 3% del presupuesto de dicha agencia, ninguno de los cuales se financia con fondos del gobierno. La gran parte de los gastos de Planned Parenthood va a cuidados médicos, contraceptivos, y pruebas de cáncer y de enfermedades venéreas.

El mismo Franklin presentó hace poco un proyecto de ley para criminalizar el aborto en Georgia, aunque este fuera involuntario. La madre sería culpable a no ser que se demuestre “que la causa no tuviera nada que ver con la actividad humana”. Franklin quiere que las mujeres sean responsables de proteger el feto “desde el mismo momento de la concepción”. Según dicho proyecto de ley, el aborto no puede ser legislado por el Tribunal Supremo, al considerarlo un asesinato, y los cigotos y embriones son fetos.

En Dakota del Sur los republicanos quisieron cambiar la ley para que un médico que practique un aborto pudiera ser considerado homicida, aunque cumpla la ley federal. Al final desistieron. En su lugar, el congreso estatal aprobó un proyecto de ley para que una mujer tenga que pasar por un Centro de Crisis de Embarazo con el fin de “mantener la relación entre una madre y su hijo no nacido” antes de poder acudir a una clínica para abortar. El proyecto de ley pasa ahora al senado.

Los recortes de presupuesto podrían llegar también a las ayudas alimenticias para mujeres pobres embarazadas o con niños recién nacidos; al programa Head Start que envía a los más pequeños a guarderías para que la madre de una familia necesitada pueda trabajar y ganarse el sustento; y a las ayudas a los ciudadanos de la tercera edad, que son un 75% mujeres. Quizás piensen que exagero, pero hasta algunos republicanos me darían la razón. En Maryland, por ejemplo, miembros del partido del elefante defendieron el recorte de las ayudas a guarderías diciendo que los niños deberían estar en casa con sus madres, que es donde también deben estar las mujeres.

Nota: Me hubiera gustado escribir una noticia más positiva en este día tan especial. El Día Internacional de la Mujer, se celebra con eventos en distintos puentes del mundo, parte de una iniciativa de Women for Women, una ONG creada por Zainab Salbi, sobre quien escribí en este blog el año pasado.

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