Mexico and the U.S.: Flying Low

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México-US, volando bajo

Con respecto a la lucha de México contra las bandas del crimen organizado, la administración yanqui se mueve por oleadas. A unas semanas de silencio, siguen días en que todas las instancias involucradas hablan, se pronuncian, opinan, se meten. Para no ir más lejos, ayer mismo el director general del FBI, John Muller, se tomó la libertad de decir que la lucha “no ha sido exitosa”. ¿Tienen derecho a hablar? Desde luego que sí, lo que no tienen es autoridad moral. Los norteamericanos son corresponsables de esa falta de éxito. No sólo no han hecho su parte, hay señales de lo contrario: se esmeran en que la situación se deteriore tanto que justifique una intervención cada vez más directa de agentes del Estado norteamericano en el manejo de la agenda de seguridad en el lado sur del Río Bravo.

Es necesario tener esto presente en cualquier análisis que pretenda comprender las cosas. No puede perderse de vista que lo que se juega, al final de la jornada, es la viabilidad del Estado mexicano como nación independiente, autónoma. Reconozco que suena estridente, pero no es una exageración, es la concreción del Destino Manifiesto.

Buen samaritano.-El embajador Pascual suele arrojar, acaso sin quererlo, luz sobre este propósito. Fue hasta Ciudad Juárez, en Chihuahua, para ofrecer la presencia de más agentes norteamericanos en territorio nacional, dizque para ayudarnos. Hágame usted el favor. Desde luego, la propuesta cayó en terreno fértil, pues en Ciudad Juárez lo que sus habitantes anhelan es paz, orden, progreso, y si las autoridades mexicanas no pueden con el paquete, pues hay que abrir las puertas a los yanquis. Nadie se pregunta de qué tamaño es la responsabilidad del gobierno de EU en el deterioro de la convivencia en Juárez. Nadie trata de explicar por qué Juárez es uno de los sitios más peligrosos del planeta y El Paso uno de los más seguros del continente. Nadie le pide cuentas al embajador sobre las pandillas de pistoleros mexicanos que se organizan en prisiones texanas y que operan en calles de sus condados con absoluta impunidad, pistoleros que pasan los controles fronterizos un día sí y otro también. Van y vienen con fusiles de asalto, dólares y droga.

El caso de Juárez se replica en ciudades como Reynosa, Matamoros o Tijuana, e incluso en Ciudad Victoria o Monterrey. Si un político norteamericano llega a ofrecer ayuda, la respuesta sería la misma: pásenle, asuman el mando y pongan orden. Si tienen que correr la línea fronteriza, por nosotros no hay problema. La idea es que, si el pueblo se los pide, ellos, los norteamericanos, estarían dispuestos a venir a meternos en cintura. La desesperación y el hartazgo son el combustible de una tendencia anexionista que crece y que debe, primero, ser denunciada y después atendida. Lectores oriundos de aquellas latitudes, o que tengan amigos y parientes en esas ciudades, no me dejarán mentir.

El caso de los aviones norteamericanos que vuelan en cielos nacionales debe revisarse y revertirse. ¿ Cómo sabemos qué buscan? ¿Les vamos a creer que lo hacen por nuestro bien? ¿A quién le entregan cuentas? Si Calderón lo autorizó, él mismo puede retirar el permiso. La clave para entender a los vecinos incómodos es la siguiente: piensa mal y acertarás.

Los americanos pueden ayudar y mucho. Pueden, por ejemplo, dejarse de pichicaterías en el caso de la Iniciativa Mérida. También deberían bajar el consumo de drogas entre sus ciudadanos, frenar el tráfico de armas de alto poder, detener la inyección de dinero sucio a sus circuitos financieros y combatir en serio a los pandilleros mexicanos que se esconden en sus ciudades, a las que usan como guaridas. También podrían atacar el problema en donde se origina, es decir, en los países productores de cocaína: Colombia, Perú y Bolivia. Pueden hacer todo eso, no lo hacen porque su objetivo no es detener el tráfico de drogas, sino asumir el control de la agenda de seguridad en México. Por eso lo que quieren es meter más agentes armados y hacer más vuelos de, digamos, reconocimiento. Me atrevo a decir que esos aviones están diseñando las vías de acceso más seguras y rápidas para los marines hacia el centro del país, para cuando sea necesario.

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