Obama's Re-election and the Unemployment Rate

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La reelección de Obama y la tasa de paro

No es ningún secreto que el crecimiento económico es una de las variables que mejor permiten predecir el resultado de unas elecciones. Sin embargo, en el caso concreto de la reelección de Barack Obama, los analistas coinciden en señalar la tasa de paro, más que el crecimiento del PIB, como el indicador decisivo.

Técnicamente, el país salió de la recesión en el tercer semestre del 2009. Sin embargo, desde entonces, el crecimiento del PIB ha sido irregular, y no lo suficientemente fuerte como para reducir de forma significativa la tasa de desempleo. Por esta razón, la mayoría de la población no siente que haya llegado aún la recuperación

Cuando se celebraron las legislativas del pasado noviembre, el país llevaba un año creciendo económicamente, pero la tasa de paro se mantenía tozuda alrededor del 10%. Ello permitió a los republicanos fustigar a sus adversarios durante la campaña con el argumento de que las políticas de Obama eran las responsables del desaguisado económico.

La estrategia funcionó a la perfección, otorgando a los conservadores la mayor paliza electoral de las últimas décadas. No obstante, los datos de los últimos meses parecen indicar que en 2012, la tasa de paro podría pasar a convertirse en la mejor aliada del Partido Demócrata, y en especial de Obama.

La economía estadounidense creó 216.000 empleos en marzo, el cuarto mes consecutivo con un saldo positivo de puestos de trabajo, dejando la tasa de paro en un 8,8%. El dato fue mejor de lo esperado por los analistas, que apuntan a una posible recuperación de la confianza por parte de las empresas, así como de su apetito por volver a invertir en la contratación de nuevo personal.

Ciertamente, parece muy difícil que la economía pueda recuperar los 8,5 millones de trabajos perdidos durante la recesión antes de noviembre del 2012, situando de nuevo la tasa de paro alrededor del 5%. No obstante, Obama necesita una evolución menos ambiciosa para poder presentarse ante los electores con un mensaje ganador.

Cuando Obama asumió la presidencia en enero del 2009, el nivel de desempleo se situaba en el 7,8%, y durante los siguientes meses ascendió progresivamente hasta alcanzar el 10,1%, su pico en esta recesión. Si en los próximos meses el paro continúa cayendo, y se sitúa por debajo del 8%, Obama podrá argumentar en su campaña electoral que su política económica está dando por fin sus frutos. Con la nave en la dirección adecuada, dirá, es el peor momento para cambiar el capitán.

Además, la reciente evolución del paro puede beneficiar también a la Casa Blanca al disuadir a algunos de sus más peligrosos adversarios, como Chris Christie, de presentarse a las elecciones. De momento, todos los presuntos presidenciables se encuentran sospesando sus opciones, y una mejora de las perspectivas económicas podría acabar de convencerles de esperar a 2016 para lanzar su asalto a la Casa Blanca.

El escenario actual presenta sólo un nubarrón para el presidente Obama, el precio del petróleo, que ha alcanzado su cota más alta de los últimos 30 meses a causa de la inestabilidad en Oriente Medio. Si se dispara el precio, podría abortar el relanzamiento de la economía estadounidense, de la misma forma que lo hizo la crisis de la deuda europea el año pasado, comprometiendo sus opciones de salir reelegido.

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