Edited by Michelle Harris
La pelea presupuestaria anticipa la escarpada agenda presidencial hacia la reelección
En la misma semana en que anunciaba su candidatura a la reelección en 2012, Barack Obama ha sudado tinta para evitar la parálisis administrativa de EE UU por el desacuerdo presupuestario entre demócratas y republicanos. Finalmente, cuando lo apruebe el Congreso los próximos días, el Presupuesto del año fiscal en curso incluirá los mayores recortes del gasto doméstico en la historia del país, alrededor de 38.000 millones de dólares; menos de lo que quería la oposición republicana, pero bastante más de lo que deseaba el partido del presidente.
La batalla solo ha sido un ensayo de las confrontaciones económicas que se avecinan. Obama pudo gobernar con los demócratas los dos primeros años de su mandato, pero la victoria republicana en la Cámara de Representantes -precisamente con la promesa de recortar funciones y gastos gubernamentales- le ha obligado a alterar el rumbo. Los republicanos, pese a su división, cobran fuerza para las primeras escaramuzas presupuestarias de 2012 y la discusión inminente sobre la deuda estadounidense, que a mediados de mayo habrá alcanzado el límite impuesto por el Congreso. Las peleas pueden adentrarse en la campaña para las presidenciales.
El balance presidencial a estas alturas es bastante más gris de lo que esperaban quienes le llevaron en volandas a la Casa Blanca -y muchos fuera de EE UU- buscando un cambio rápido y profundo. Frente a las luces de estar enderezando una formidable crisis económica y haber iniciado una reforma sanitaria imprescindible, pero incierta, de la agenda presidencial se han ido cayendo elementos decisivos. Grandes temas domésticos como la política medioambiental, el gigantesco déficit o la inmigración están aparcados en el mejor de los casos, dejando desnudo al ubicuo podemos. Incluso en aspectos tan cruciales como Guantánamo, Obama ha dado una indefendible marcha atrás.
La ejecutoria internacional de Obama no es ajena al abismo entre promesas y realidades. Irak puede ser un vaso medio lleno o medio vacío, como la más que cauta y vacilante actuación de Washington a propósito de las revueltas árabes. Pero en Afganistán, después de 10 años, se inicia en breve una retirada escalonada en medio del fracaso evidente de la estrategia presidencial. En otro escenario crítico, las solemnes declaraciones de Obama tampoco han servido para acercar la paz a israelíes y palestinos.
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