The Decapitated Hydra

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Tiempos extraños y de paradojas, veloces y contradictorios. Estados Unidos y su presidente, Barack Obama, propulsados de nuevo a un momento de máximo prestigio y reivindicación de su poderío, justo en los meses más tristes de ausencia de liderazgos mundiales y de debilidad de Washington. Quien se opuso a la guerra de Irak culmina la guerra global contra el terror, descabezando la cabeza de la hidra, el desafiante caudillo del megaterrorismo. Lo que Bush no supo ni pudo conseguir lo hace este Premio Nobel de la Paz tan prematuro como discutido. Apenas unas horas después de que Gadafi estuviera a punto de ser liquidado por un golpe aéreo de la OTAN es Washington quien directamente se adelanta en una acción de la máxima osadía y eficacia en inteligencia militar y en capacidad de acción.

Sólo conocerse la noticia ha empezado la explosión de orgullo americano, perfectamente comprensible porque la liquidación del mega asesino saudí significa para Washington sacarse una espina clavada en aquel 11 S de 2001, primera fecha de la vulnerabilidad de Estados Unidos, expresada en un ataque colosal a sus dos capitales, la política y la económica. En la noche, la gente se agrupa ya en las puertas de la Casa Blanca, justo antes de que Obama se dirija al país para explicar cómo dio personalmente la orden de terminar con la vida del terrorista y cómo fue ejecutada por un reducido equipo de agentes americanos dentro de territorio paquistaní.

Las repercusiones internas de esta noticia histórica son obvias. Todo cambia en la carrera presidencial para 2012, todavía no iniciada. La imagen presidencial quedará blindada, gracias a una acción que afecta a la seguridad nacional, piedra miliar de cualquier política con pretensiones de hegemonía. No hay que olvidar que desde las propias filas demócratas se ponía en duda la capacidad de Obama para erigirse como presidente con los instintos y la preparación para garantizar la seguridad de los estadounidenses. Esto está hecho: el crédito de Obama es a partir de ahora inmenso. Sin contar la reivindicación de las víctimas y de sus familiares, debidamente rememorados en el discurso presidencial.

La eliminación del mayor criminal de masas del siglo XXI tendrá también una extraordinaria repercusión internacional. La derrota del yihadismo es sonora, después del revés tremendo que está sufriendo en todo el mundo árabe, donde no han sido sus crímenes y su culto de la muerte los que han hecho cambiar regímenes sino la acción decidida de los jóvenes más occidentalizados y liberales. La decisión de Obama tiene el doble valor de descabezar la primera organización terrorista internacional y realizar un acto de justicia que ejemplifica ante todos sus seguidores el destino que les espera a quienes quieran proseguir

por este camino.

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