Bin Laden's Death: Revenge or Pragmatism?

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=== ¿Venganza contra Bin Laden, o espíritu pragmático? ===

Uno de los debates más animados que ha suscitado la muerte de Bin Laden en Europa es si con ella “se hizo justicia”, como dijo Obama en su mensaje a la nación, o más bien se consumó una venganza. Esta pregunta apenas se ha planteado aquí, en EEUU, pues no se aprecia una gran contradicción entre ambas.

De hecho, el sentimiento de venganza es bien propio de la especie humana, y los europeos no somo[s] una excepción. La diferencia respecto a EEUU es que en Europa existe un consenso entre las elites en considerar la pena de muerte un acto barbárico, y su lugar en los corazones del Viejo Continente lo ocupa una larga sentencia de cárcel, o la cadena perpetua.

Pero que nadie se engañe, el sentimiento de venganza está también ahí. ¿Qué está expresando alguien que recurre a la manida frase “que se pudra en la cárcel” para referirse a un criminal o terrorista? No parece que se esté apelando precisamente al rol teórico (y pocas veces práctico) de la prisión como espacio de rehabilitación. Ahora bien, la diferencia es la existencia de un proceso legal en el que el acusado pueda defenderse, principio elemental en un estado demócratico y de Derecho.

Sea como fuere, a mí la pregunta que me parece ahora más interesante responder es si el asesinato de Bin Laden respondió a un impulso vengativo, o la expresión por parte de Obama de un espíritu pragmático, una cualidad de la que este presidente ha dado sobradas muestras en estos dos años y medio.

En un primer momento, me creí la versión oficial de que el líder de Al Qaeda murió en un tiroteo -lo del uso de la esposa como “escudo humano”, en cambio, siempre me pareció una falsedad propagandística-. Bin Laden había declarado que no se dejaría coger vivo, como tampoco lo permitieron los autores de los atentados del 11-M en Madrid. Así pues, su muerte parecía el resultado lógico del asalto a la mansión.

Ahora bien, tras el alucinante cambio en la versión de los hechos por parte de la Casa Blanca, que asegura ahora que Bin Laden estaba desarmado, ya me asalta la suspicacia. Según el nuevo relato, los comandos de las Fuerzas Especiales dispararon dos veces, en la cabeza y el pecho, al terrorista porque se “resistió” al arresto.

Una historia realmente sospechosa. Estoy convencido que esta especie de “superhombres” que nos han vendido que son los Navy SEAL son capaces de reducir a una persona desarmada sin tener que meterle una bala entre ceja y ceja.

Así pues, me inclino a creer más bien que los soldados recibieron órdenes de matar a Bin Laden. Y, habida cuenta del carácter frío y calculador de Obama, no me extrañaría que su motivación fuera más bien de tipo práctico que emocional, el material del que está compuesta la venganza.

No hay que pasar por alto que el arresto de Bin Laden vivo, y posterior proceso legal se habría convertido en una verdadero quebradero de cabeza para la administración Obama. La prensa internacional habría escrutado cada movimiento del gobierno entorno al terrorista más célebre del siglo XXI: su régimen carcelario, el tipo de juicio, el acceso a los medios de comunicación, etc. Probablemente, la izquierda le habría criticado por violar los Derechos Humanos de Bin Ladem, y la derecha por dispensarle un trato demasiado “suave”.

Y quizás lo peor de todo, su juicio se habría podido convertido en todo un circo, que Bin Laden habría podido utilizar en su beneficio con fines propagandísticos. Eso fue precisamente lo que hizo otro líder sanguinario como Saddam Hussein cuando se sentó frente a un tribunal iraquí.

Si a todo esto le añadimos la certeza de que era literalmente imposible que en un juicio en EEUU Bin Laden escapara a la pena de muerte, Obama podría haber dejado entender a sus subordinados que si Bin Laden no salía vivo de Abbottabad, al presidente y a la nación le hacían un favor.

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