El Presidente Barack Obama, finalmente, lo dijo sin ambigüedades: “Las fronteras entre Israel y Palestina deben basarse en las fronteras de 1967 con demarcaciones mutuamente acordadas, para que se establezcan fronteras reconocidas y seguras para ambos Estados”. Hasta ahora la diplomacia estadounidense hablaba de “las aspiraciones” a semejantes fronteras. El asunto es de la máxima importancia ahora que Al Fatah, que controla la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y Hamas, que gobierna en la Franja de Gaza, han logrado cierto nivel de entendimiento.
Benjamin Netanyahu, el Primer Ministro israelí, desechó la propuesta como “indefendible”. El Mandatario es contrario a la creación de un Estado Palestino soberano y viable. Pero dadas las presiones internacionales ha optado por aprovechar las dificultades de sus adversarios. En consecuencia ha postulado que no podía negociar con los palestinos ya que carecía de un interlocutor único y mandatado. La reunificación de ambas facciones le priva, por el momento, de este argumento. Pero todavía tiene una excusa sólida. ¿Cómo podría negociar con Hamas en circunstancias que la organización islamista no reconoce al Estado de Israel? Es un prerrequisito para todo acuerdo que, como lo hizo la ANP, que Hamas reconozca a Israel. Hamas ha indicado, en el pasado, que estaría dispuesta a hacerlo siempre que Israel defina sus fronteras con precisión. Los negociadores de Hamas señalan que mal puede reconocerse a un país que no ha fijado sus límites permanentes. Ante esta postura Netanyahu ha respondido que resolverán el tema fronterizo como un punto más de una larga lista de problemas que incluye derechos de agua, retorno de refugiados palestinos y el estatus de Jerusalén entre otros.
Como ha sido la tónica en el conflicto, si no existe voluntad política para llegar a un acuerdo no faltan los obstáculos que pueden tornarse en infranqueables. Al respecto Obama fue explícito en rebatir las tesis de Netanyahu que es partidario de esperar y ver dónde conduce la ola de agitación que sacude al Medio Oriente. Sin nombrar al mandatario israelí Obama señaló: “De hecho, hay quienes dicen que con todos los cambios e incertidumbre en la región, simplemente no es posible lograr avances…No estoy de acuerdo. En esta coyuntura en que los pueblos del Oriente Medio y África del Norte están desechando las cargas del pasado, es necesario esforzarse por una paz duradera que termine el conflicto”. En lo que ha transcurrido del gobierno de Obama ha quedado claro que Netanyahu ha podido resistir la presión de Washington en el veto a la construcción de nuevos asentamientos. Mucho dependerá si los pueblos árabes consiguen implantar gobiernos legítimos que les permitan mayor unidad de propósitos y gravitación internacional.
What President Obama needs to do is go back to the Clinton Administration’s Camp David Accord, and see why it failed. He is in a unique position, because he has Hillary Clinton as his Secretary of State. She can use her experience as First Lady, when the Clinton Administration was using a great deal of effort to formulate a two-state solution. This needs the same intense tutelage, which the Clinton Administration provided. It cannot be settled with one meeting in Washington, D.C. Like President Clinton, President Obama needs to be making trips to Jerusalem, have on-going contact with Benyamin Netanyahu and Mohmoud Abbas, watch the upcoming Palestinian elections, and have Hillary Clinton do the follow-up on the progress. Then he can have a meeting in Washington, D.C. or Camp David to formulate a final treaty. If started with Yitzhak Rabin and Yasir Arafat shaking hands on the White House lawn. But now there needs to be intense follow-up. Maybe this can justify why President Obama won a Nobel Peace Prize.