Obama, the Autopen and History

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Posted on June 3, 2011.

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En su libro “Speech-less: Tales of a White House Survivor”, Matt Latimer, miembro del equipo que escribía los discursos de George Bush, ofrece un entretenido relato de sus memorias en la Casa Blanca. En uno de los pasajes más divertidos, Latimer explica la sorpresa que le produjo descubrir por primera vez uno de los secretos mejor guardados de muchos políticos: “el autorbolígrafo”.

Según cuenta Latimer, el “autobolígrafo” es una máquina con forma de brazo, y que en su extremo sostiene una pluma o un bolígrado. Apretando un simple botón, el “autobolígrafo” realiza una serie de movimientos con los que es capaz de reproducir una firma con una exactitud sorprendente. Para Latimer, la habilidad del buen asistente consiste en calcular bien la posición que debe ocupar la hoja para que la firma se estampe en el lugar oportuno.

El “autobolígrafo” lo usan los asistentes de congresistas, gobernadores y presidentes para firmarevitar gastar el precioso tiempo de sus jefes en meros asuntos burocráticos: la firma de invitaciones, recomendaciones, cartas de respuesta a peticiones de ciudadanos, etc.

Sin embargo, el presidente Obama, quizás inspirado por la naturaleza histórica de su presidencia, decidió esta semana otorgar un rol al “autobolígrafo” mucho más trascendental e inédito en la Historia del país: la conversión en ley de un proyecto legislativo. Y no fue una ley cualquiera, sino la renovación de la controvertida Patriot Act, que permite al gobierno interceptar comunicaciones de personas sospechosas de terrorismo sin el farragoso proceso legal que era necesario antes del 11-S.

De acuerdo con la sección 7 del artículo 1 de la Constitución, la firma de un proyecto de ley es uno de los atributos más importantes de la presidencia, pues si el presidente se niega a estampar su firma, puede vetar cualquier proyecto legislativo aprobado por el Congreso.

La historia de la Casa Blanca está llena de anécdotas de asistentes de la Casa Blanca que tuvieron que volar a los más remotos lugares de la geografía estadounidense, o incluso en el extranjero, para que el presidente de turno firmara in “extremis” una ley urgente.

El pasado jueves se produjo una de estas situaciones. Horas antes de que expirara la Patriot Act, Obama se encontraba en Francia para la celebración de una cumbre del G8. Uno de los asistentes presidenciales se encontraba ya preparado para salir pitando hacia Deauville. Sin embargo, el Congreso se entretuvo más de lo esperado, y cuando hubo aprobado el proyecto legislativo, ya era demasiado tarde. Era imposible entregarlo a tiempo a Obama.

Así que, de acuerdo con un memorando legal de 2005 realizado por la administración Bush, en el que se establecía que “el presidente no necesita realizar personalmente el acto físico de estampar su firma en un proyecto para firmarlo”, a las 5:45 de la mañana hora local, Obama fue despertado y dio la orden de apretar el botoncito del “autobolígrafo”.

Y así fue como se escribió uno de los capítulos más curiosos presidencia Obama, y el “autobolígrafo” salió de su anonimato para entrar en la Historia de EEUU .

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