El senador por Florida, Bill Nelson, envió el pasado 19 de mayo una carta a la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, donde exige que la Casa Blanca intervenga ante el Gobierno español, para que la petrolera Repsol paralice las prospecciones que ha acordado realizar con Cuba en el Golfo de México. El detalle de la exigencia indica que hay petróleo en cantidades industriales.
Pero no es ese, en realidad, el sentido de este breve escrito, ni siquiera la existencia de un bloqueo criminal que determina claramente el rumbo económico de Cuba, un bloqueo del que se ha puesto de moda negar su malsana influencia, hasta el punto de que algunos cubanos ilusos que viven en la isla se lo llegan a creer, y culpan a su Gobierno de todos los males habidos y por haber.
Además de la repentina preocupación ecológica del senador, en el sentido de que perforar puede afectar al medio ambiente en una zona donde hay más plataformas petroleras que mosquitos en verano, Nelson comenta en su misiva que espera que en marzo del año que viene, España tenga un Gobierno menos inclinado a poyar las inversiones en Cuba. Si eso no es interferir en los próximos comicios hispanos, que venga dios y lo vea.
¿Tendrán algo que manifestar al respecto, los medios oficialistas españoles que claman contra el presidente venezolano Hugo Chávez, a quien acusan de interferir en las elecciones de los países latinoamericanos?
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