Obama, Hostage of the Middle East

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Obama, rehén de Oriente Medio

06 JUN 2011 19:47

Entre los grandes objetivos de la política exterior que se marcó Barack Obama tras acceder a la presidencia del país, figuraba el redirigir la atención y recursos de la diplomacia estadounidense hacia Extremo Oriente, la región que considera crucial para los intereses de EEUU en el siglo XXI.

El propio Obama llegó a definirse a sí mismo en una visita a Japón en noviembre del 2009 como el “primer presidente del Pacífico” por su interés en estrechar lazos políticos y comerciales con esta región, lo que generó un ataque de celos en Europa, habituada a ser el principal centro de atención para EEUU desde el final de la II Guerra Mundial.

Rompiendo con la tradición, que marca Europa como el destino del primer viaje de todo secretario de Estado, Hillary Clinton se desplazó a China, Japón, Indonesia, y Corea del Sur en su primera visita al extranjero. Toda una declaración de intenciones.

La semana pasada, el secretario de Defensa, Robert Gates, prometió en a Singapur aumentar la presencia militar estadounidense en el sudeste asiático, una región clave para el comercio mundial y en la que el ascenso de China está provocando tensiones con sus vecinos.

Para ello, es necesaria una retirada progresiva las tropas estadounidenses de Irak y Afganistán. Y en ello anda empeñado Obama, si bien en Afganistán creyó que para poder salir de forma definitiva lo más pronto posible era necesario una escalada militar a corto plazo.

Sin embargo, esta voluntad de resituar los intereses estratégicos de EEUU a nivel geográfico se ha topado con la “primavera árabe”, que ha provocado una cadena de crisis políticas profundas empezando por Túnez, y pasando por Egipto, Yemen, Libia, Siria, y … las que vendrán.

Como sostiene la mayoría de analistas, la ola de cambio y la inestabilidad en esta explosiva región se mantendrá no sólo durante los próximos meses, sino durante los próximos años. Así pues, a la administración Obama, o a la que le suceda, no le quedará más remedio que dedicarle multitud de atenciones y recursos.

Obama no es el primer presidente de EEUU en encontrarse en esta tesitura. Su predecesor, George Bush, también llegó a la Casa Blanca queriendo situar a China y la región de Extremo Oriente en el centro de su agenda en política exterior, pero que se vio obligado a cambiar repentinamente sus planes el 11 de septiembre del 2011. Obama, como antes Bush, es un rehén de Oriente Medio.

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