Chronicle of the Present

 

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Posted on June 17, 2011.

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CRÓNICA DEL PRESENTE

Entre enero y mayo de 1961 el gobierno de Estados Unidos bajo la jefatura de John Kennedy realizó tres intentos de convencer a Rafael Trujillo Molina de que abandonara el país, habiéndose realizado en los primeros días de mayo el último de esos intentos, según narra en sus memorias Virgilio Álvarez Pina, alias Cucho, quien acompañó al jefe a un encuentro en el hotel El Embajador con un personaje enviado por Kennedy, a quien Álvarez Pina no le vio la cara. Parece que, a partir de ese momento, los agentes y contactos de la CIA con los conspiradores, intentaron convencerlos de que el atentado debía ser aplazado. Reiteramos que esos errores políticos de los yanquis los han llevado siempre, no obstante su poder y recursos, a tener un criterio subjetivo de muchas de las cosas que hacen.

En los primeros días de abril de ese año, el autor de esta columna asistió al cumpleaños de nuestro amigo Tage Holsteinson Malagón, q.e.p.d., en aquel tiempo casado con Paddy Henríquez Valenzuela, quienes tenían su domicilio en la Núñez de Cáceres. Allí encontramos a Chana Díaz, a su esposo, general en retiro Juan Tomás Díaz, acompañados de la madre de Tage, Consuelo Malagón, y su tía Annerys Malagón viuda Cobián, quien nos había presentado a Chana. Chana nos presentó a Juan Tomás diciéndole que era el hijo de Clemencia y Euclides. El general, afectuosamente, preguntó por mis padres y continuó conversando sentados en el comedor con Annerys, Doña Consuelo y Paddy y escuchamos cuando le respondió a Annerys una pregunta diciendo: “No me hables más de eso que antes de lo que tú crees, dentro de pocos días, ese problema estará resuelto”.

El “problema”, comprendimos después del 30 de mayo, era el ajusticiamiento de Trujillo porque el equipo de hombres que se habían reunido alrededor de Juan Tomás y Antonio no provenían de las capas bajas, ni siquiera de la pequeña burguesía urbana. Juan Tomás Díaz y Antonio de la Maza sabían que con Trujillo no se podía jugar porque lo conocían muy bien y que a ese “tiburón”, como le dijo con mucho respeto Juan Bosch en su carta del 27 de febrero de ese año, había que enfrentarlo con decisión firme y serena, profundamente convencidos de que era un hombre valiente y sin miedo.

Afirmar que Trujillo era ruin es una mentira y un disparate y además ese calificativo disminuye la valentía tradicional del pueblo dominicano, tal vez el más valiente, agresivo y digno de los pueblos americanos. Si un hombre ruin, asesino, cobarde, violador y ladrón ha tenido tanta vigencia, por más de 50 años, los que no servimos, realmente, somos aquellos que hemos ostentado la nacionalidad que nos identifica, sintetizada en el gentilicio de dominicanos; llamados por Fidel Castro “Pueblo legendario, veterano de la Historia y David del Caribe”.

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