Libya: a Big Mistake

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MARTES 21 DE JUNIO DE 2011

Libia: Un gran equívoco

Jorge Gómez Barata (especial para ARGENPRESS.info)

http://www.argenpress.info/2011/06/libia-un-gran-equivoco.html

La suma de equívocos que han conducido a la actual situación en Libia da para una antología.

Se equivocó Muammar al-Gaddafi que subestimó la hipocresía y doblez de los oligarcas euro-occidentales que escogió como compañeros de viaje. Erró el delfín Sayf al-Islam-al Gaddafi que en los primeros días de la crisis se mostró arrogante y amenazó con la guerra civil. Fallaron la OTAN y Estados Unidos que subestimaron la determinación del exlíder libio que resiste más allá de sus cálculos y no dieron en el blanco los reaccionarios de la Liga Árabe.

Uno de los grandes yerros de la dirección libia fue apostar por la represión cuando los primeros sublevados, sin la OTAN tomaron Bengasi y erró el Alto Mando Militar que no dio la cara, acató la exclusión de vuelos y se ha mostrado incompetente. Nadie ha visto una unidad de combate libia desplegada, la aviación presuntamente leal a Gaddafi nunca despegó ni accionó una defensa antiaérea creíble.

Sin embargo, quien metió la pierna hasta el cuadril fue la ONU que al endosar la agresiva actitud intervencionista de los políticos europeos encabezada por Sarkozy, Berlusconi, el premier británico, el primer ministro español y otros, sumó otro precedente nefasto a su errática ejecutoria.

Hillary Clinton de quien, debido a su condición de jefa de la diplomacia americana, se esperaba una exhibición de dotes para el diálogo y la concertación; no ejerció tales facultades, no porque carezca de ellas, sino porque necesitaba una guerrita “esplendida y breve” y una victoria de bajo costo para completar su currículo.

No hay que ocultar que se equivocaron, probablemente por partida doble rusos y chinos, quienes dicen haber creído que la OTAN se mantendría dentro de los límites de una intencionadamente ambigua resolución del Consejo de Seguridad que pudieron haber vetado y que autorizó la exclusión aérea y a cualquier medio para “proteger a los civiles libios”.

Uno que acertó fue Robert Gates, Secretario de Defensa de Bush, gustosamente heredado por Obama, que se opuso a la participación norteamericana con el argumento cierto de que “No había intereses estadounidenses amenazados ni implicados” y para Estados Unidos empantanarse en los teatros de operaciones de Irak y Afganistán era suficiente.

Tampoco erró Fidel Castro que con lucidez anticipó como si los estuviera viendo los planes de la OTAN, incluso las modalidades de la agresión que, en cualquier caso, terminará instalando tropas norteamericanas en Africa del Norte, controlando otro enclave petrolero y proporcionando al Comando Africano posiciones avanzadas y una entrada expedita al continente.

Al finalizar la Guerra Fría, en lugar de auspiciar la anhelada distención, Estados Unidos insistió en buscar con la guerra y la agresión un liderazgo que hubiera podido alcanzar mediante la paz y la cooperación. En la coyuntura creada por el 11/S Bush se colocó en el lado equivocado de la historia y, con determinación digna de mejor causa, Barack Obama persiste en el error. Allá ellos.

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