Afganistán (o Madrid), no hay dinero
23 JUN 2011 17:54
El vaso está medio lleno o medio vacío. El Informe del Fondo Monetario internacional es un buen ejemplo. Dice que España
ha dado pasos en la buena dirección pero que queda mucho por hacer en temas importantes y que hace falta valentía y no
dudas. La Ministra de Economía ha visto el lado rosado y parece estar muy contenta. La prensa internacional, no obstante,
es menos optimista. Los titulares no son precisamente halagueños: “El FMI publica un informe alarmante sobre la economía
española” (Le Monde), “El FMI advierte a España de posibles retrocesos” (Financial Times), “España blanco del Fondo
Monetario” (Le Figaro).
Es obvio que un inversor extranjero, que los mercados, en definitiva, no sacan la misma impresión nuestra Ministra y la
impresión es la base de la confianza.
En Estados Unidos, la decisión de Obama de comenzar seriamente la retirada de Afghanistán provoca sentimientos
parecidos. El Presidente cree que las cosas en ese país han mejorado notablemente y es hora de comenzar a reducir la
sangría de Estados Unidos. Otros consideran que la situación sigue cogida con alfileres, que los talibanes revisten una
amenaza mayor que hace un lustro, concluyen que una retirada sustancial y rápida pondrá todo en peligro echando a
perder el esfuerzo pacificador de diez años.
Eso es lo que lleva Estados Unidos en el país. Una década y el costo económico ha sido astronómico. Este año se calcula
que ascenderá a 120.000 millones de dólares. Demasiado ya para su economía.
Obama heredó de Bush dos guerras, una inevitable, la de Afganistán, de allí partió el ataque a las Torres Gemelas, y otra
de elección de su predecesor, la de Irak. Obama sostenía al subir a la Presidencia que la de elección, la voluntaria, había
distraído la atención de la otra y obligado a distraer recursos preciosos. Dedujo que había que reducir la presencia en Irak y
concentrarse en la inevitable. Ahora bien, en el 2009 dio un paso decisivo. Como le había ocurrido a Bush en Irak, los
asesores militares le convencieron de que si se quería ganar la inevitable había que aumentar momentáneamente la
presencia militar en Afganistán. Obama transigió y firmó el “aumento”. Con el envío de 30.000 nuevos soldados el
contingente americano alcanzaba la cifra de 102.000. La decisión del Presidente convertía esa guerra inevitable en una de
elección. Las opiniones se dividían, el Vicepresidente Biden y Hollbrooke, antiguo colega mío en la Onu y encargado de
Pakistán y Aganistán estaban en contra del aumento, no era la forma de aplastar a los talibanes y enviaba un mensaje
equivocado a los países asiáticos. Los militares, con el Secretario de Defensa, el respetado Gates y Hillary Clinton
juzgaban imprescindible el envío.
La disparidad se repite ahora al anunciar Obama que en los próximos meses retirará a 10.000 solados y algo más tarde una
cantidad similar. El Presidente ve el vaso medio lleno y, fortalecido con la eliminación de Bin Laden, bebe de la opinión
pública: 47% de los estadounidenses cree que la guerra se está ganando(un aumento del 16%), 46% que no(un descenso
del 20). El votante demócrata está más o menos de acuerdo con el Presidente. Los altos cargos militares, el general
Petraeus, artífice de la mejora de la situación en Irak y próximo Jefe de la Cia etc.. lo ven arriesgado. Destacados líderes
republicanos(Mike Rogers) piensan que el Presidente está haciendo política interna.
Aunque Obama debe encontrar ideológicamente incómodo estar involucrado en tres conflictos, no olvidemos el de Libia, la
economía es lo que ha inspirado su decisión de ayer. Es cierto que Estados Unidos ha perdido 1.600 vidas en Afganistán
(en un período similar la Unión soviética tuvo 15.000 bajas mortales) pero el Presidente ha dado a entender que la situación
económica yanqui no permite continuar con ese descomunal desembolso. El coste de la campaña afghana ha aumentado en
un 50% del 2009 al 2010. El de las dos guerras asiáticas se eleva ya en esta década a un billón, sí un billón, largo de
dólares. Obama dijo en su discurso de anoche que Estados Unidos debe concentrarse en reconstruir a… Estados Unidos.
La crisis económica impone así su realidad INCLUSO a la política exterior de Estados Unidos. Como en otros momentos de
la historia mundial, las guerras se sabe como empiezan pero los recursos, ni siquiera en Estados Unidos, son infinitos y
acaban alterando su curso. El ejemplo reductor de Washington será seguido, el dinero obliga, por otros gobiernos, entre
ellos el nuestro.
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