Safer Yet Meaner Airports

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Una década después de los atentados del 11 de Septiembre de 2001, los a veces engorrosos controles de seguridad en aeropuertos norteamericanos siguen generando críticas y también disgustos. Sobre todo cuando las consecuencias para los viajeros van más allá de quitarse los zapatos y el cinturón, vaciar completamente un equipaje de mano o ser dirigido y apurado de manera poco amistosa.

A ningún pasajero frecuente lo sorprende cierto grado de rudeza aeroportuaria. Pero a veces estas medidas, extremadas a partir del golpe de Al-Qaeda en 2001 y nuevamente en las últimas semanas con la muerte de Osama ben Laden, pueden resultar tan exageradas como inconducentes. Así quedó expuesto en la prensa norteamericana a partir de un nuevo caso. En esta oportunidad, una anciana gravemente enferma habría sido obligada a quitarse un pañal para adultos durante una revisión en el Aeropuerto Regional de Northwest Florida. Familiares de la protagonista del hecho denunciaron que la mujer, Lena Reppert, de 95 años, y con un avanzado cuadro de leucemia, fue controlada de modo especial por agentes de la Transportation Security Association (TSA) por movilizarse en silla de ruedas.

“Dos agentes apartaron a mi mamá de la fila de pasajeros y comenzaron a palparla -explicó Jean Weber, hija de Reppert-. Eventualmente encontraron algo que parecía duro y dijeron que podría tratarse de un arma escondida.” Las agentes trasladaron entonces a la mujer hasta una habitación privada para continuar con su trabajo. Después de 45 minutos, les plantearon a madre e hija que debían descartar el pañal o no podrían volar, según el testimonio de Weber. Se inclinaron por la primera opción.

Según informó Fox News, la TSA respondió oficialmente que su personal se había ajustado al protocolo habitual para estas circunstancias y aclaró que de ningún modo se le exige a ningún pasajero quitarse un pañal para adultos para poder embarcar.

Un reciente sondeo de la Asociación de Viajes de los Estados Unidos indicó que la mayoría de los norteamericanos estaría dispuesta a pagar hasta 150 dólares anuales por el beneficio de una línea rápida en los controles de seguridad aeroportuarios. Algo comprensible a la luz de circunstancias como las de la señora Reppert, el segundo caso de este tipo que hace ruido en poco tiempo. En abril último, Todd y Selena Drexel denunciaron que su hija de seis años había sido revisada excesiva e innecesariamente en el aeropuerto Armstrong, de Nueva Orleáns. El público lo pudo comprobar gracias al video de la situación que terminó en YouTube, con miles de vistas. La TSA, sin embargo, declaró públicamente que el oficial en cuestión “siguió los procedimientos adecuados”, aunque agregó que “se están estudiando alternativas” para aplicar un sistema más conveniente para distintos tipos de pasajeros.

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